La Agencia Espacial Europea (ESA) ha publicado los primeros datos de Solar Orbiter a la comunidad científica y al público en general. Estos datos han sido aportados por el conjunto de instrumentos in situ que miden las condiciones que rodean la nave espacial.
Así, los instrumentos son el detector de partículas energéticas (EPD), el instrumento de ondas de radio y plasma (RPW) y el magnetómetro (MAG). Los datos del cuarto instrumento in situ, el Solar Wind Plasma Analyzer (SWA), se darán a conocer a finales de este año.
Los instrumentos de teledetección de Solar Orbiter solo comenzarán sus operaciones nominales en noviembre de 2021. Continúan realizando pruebas y calibraciones durante cortos intervalos hasta entonces.
“Queremos que Solar Orbiter sea una de las misiones espaciales más abiertas. Esto significa estar abierto a todo el mundo, no solo a los equipos que han construido los instrumentos”, dice Yannis Zouganelis, científico adjunto del proyecto de Solar Orbiter para la ESA.
Por ello, los responsables de la misión decidieron que el tiempo entre la recepción de los datos en la Tierra y su publicación sería de 90 días como máximo, frente a los seis meses o un año de otras misiones espaciales.
Durante este período, los equipos de instrumentos calibran los datos tomados por Solar Orbiter desde su siempre cambiante distancia al Sol. Eso sería un cambio rápido en el mejor de los casos; con los desafíos sin precedentes de la pandemia de este año, es un doble logro cumplir con el plazo.
“Hacer esto en tiempos del Covid-19 ha sido muy desafiante, pero estamos listos para entregar los datos a la comunidad científica de acuerdo con el plan, para que puedan hacer ciencia con ellos”, asegura Zouganelis.
¿Cómo funciona?
El trabajo comienza mucho antes del lanzamiento, con los diversos equipos de instrumentos preparándose para recibir y procesar sus datos. Los equipos están compuestos por decenas de personas, a menudo en muchos países diferentes.
Una vez que los instrumentos están tomando datos, la misión entra en una fase de calibración en la que cada equipo de instrumentos pone mucho trabajo para comprender cómo funciona su instrumento en el espacio y si los datos son los esperados. Por ejemplo, las lecturas de los instrumentos dependen de la temperatura del detector, pero a menudo los termómetros están necesariamente ubicados a cierta distancia. Por lo tanto, los datos deben calibrarse con el comportamiento térmico «en órbita» real de la nave espacial.
Una vez que se entiende el instrumento de trabajo, los equipos procesan los datos y los envían al Centro Europeo de Astronomía Espacial (ESAC) de la ESA, cerca de Madrid. Allí, los datos se archivan en el Centro de datos científicos de ESAC y se ponen a disposición del público.
“Es un esfuerzo coordinado que involucra a decenas de personas de muchos equipos y países diferentes y todos ellos tienen que trabajar juntos, como una orquesta, para asegurarse de que todo esté listo en el momento adecuado”, dice el responsable de la ESA.
Esta orquesta está dirigida por Pedro Osuna, científico del archivo Solar Orbiter de la ESA, en concierto con el Centro de Datos Científicos de la ESAC. El esfuerzo requiere un compromiso práctico de todos los equipos de instrumentos para transformar los datos sin procesar en productos calibrados para el análisis científico.
“Cuando los datos se reciben sobre el terreno son datos brutos, solo unos y ceros”, comenta Javier Rodríguez-Pacheco, de la Universidad de Alcalá, e investigador principal de EPD. “Esto se nos envía y lo transformamos en unidades físicas que se pueden utilizar con fines científicos”, comenta el investigador.
Para esta primera publicación de datos, Rodríguez-Pacheco asegura que la mayoría de los datos se limpiaron y calibraron a mano, pero en el futuro, una vez que comprendan completamente las respuestas de los diferentes sensores de EPD, están buscando crear un sistema que pueda automatizar en gran medida el proceso. Aunque siempre alguien lo supervisará.