Superando las expectativas científicas y su vida planificada en órbita, la misión eólica Aeolus ha sido aclamada como una de las misiones de observación de la Tierra más exitosas de la ESA. Y ahora, su final también pasará a la historia, gracias al ingenio del equipo de control de la misión de la Agencia que guió este notable satélite hasta la atmósfera de la Tierra para un reingreso seguro.
Aeolus, la misión eólica de la ESA, volvió a entrar en la atmósfera terrestre el pasado viernes sobre la Antártida, según confirmó el Comando Espacial de EEUU. Su reingreso se produjo después de una serie de maniobras complejas que redujeron la órbita de Aeolus de una altitud de 320 kilómetros a solo 120 kilómetros para volver a ingresar en la atmósfera y desintegrarse.
De manera crucial, estas maniobras, la primera reentrada asistida de este tipo, colocaron a Aeolus de modo que cualquier pieza que no se hubiera desintegrado a su ingreso en la atmósfera cayera dentro de las trayectorias terrestres atlánticas planificadas del satélite.
Hoy en día, las misiones de los satélites se diseñan de acuerdo con normas que las obligan a minimizar el riesgo de causar daños en su regreso a la Tierra. Por lo general, esto se lograría quemando la mayor parte del satélite en el reingreso o mediante un reingreso controlado al final de su vida en órbita. Sin embargo, cuando se diseñó Aeolus a finales de la década de 1990, no existían tales regulaciones.
Entonces, después de quedarse sin combustible y sin intervención, Aeolus habría vuelto a entrar en la atmósfera de la Tierra de forma natural dentro de unas pocas semanas, pero sin control sobre dónde sucedería.
Los satélites y las partes de los cohetes caen a la Tierra aproximadamente una vez por semana y las piezas que sobreviven rara vez causan daños, por lo que el riesgo de que Aeolus causara daños siempre fue increíblemente pequeño. De hecho, la posibilidad de ser golpeado por un pedazo de escombros es tres veces menor que ser golpeado por un meteorito.
Una nueva forma
Sin embargo, la ESA hizo todo lo posible por Aeolus e intentó una nueva forma de ayudar en su reingreso para hacerlo aún más seguro. Esencialmente, tratar de hacer que un satélite hiciera algo para lo que nunca fue diseñado implicó una gran cantidad de pensamiento y planificación.
Luego, durante la última semana, el equipo de ingenieros de naves espaciales, expertos en dinámica de vuelo y especialistas en desechos espaciales del centro de control de la misión ESOC de la ESA en Alemania se puso a trabajar. Usaron el combustible restante del satélite para llevar a cabo una serie de encendidos para bajar a Aeolus y colocarlo en la mejor posición para volver a entrar. Y lo lograron, con Aeolus reingresando de acuerdo con las regulaciones actuales.
El director de Operaciones de la ESA, Rolf Densing, dijo que “los equipos han logrado algo extraordinario. Estas maniobras eran complejas y Aeolus no estaba diseñado para realizarlas, por lo que siempre existía la posibilidad de que este primer intento de reingreso asistido no funcionara. El reingreso de Aeolus siempre iba a ser de muy bajo riesgo, pero queríamos traspasar los límites y reducir aún más el riesgo, demostrando nuestro compromiso con el enfoque Zero Debris de la ESA. Hemos aprendido mucho de este éxito y potencialmente podemos aplicar el mismo enfoque para algunos otros satélites al final de sus vidas, lanzados antes de que se implementaran las medidas de eliminación actuales”.
Este reingreso asistido es solo una parte del compromiso más amplio de la ESA con la seguridad y sostenibilidad a largo plazo de las actividades espaciales. Para 2030, todas las misiones de la ESA serán ‘neutrales a los desechos’: gracias a la Carta Zero Debris, la Agencia se asegura de que la tecnología esté lista no solo para las regulaciones actuales, sino también para hacer posibles reglas aún más ambiciosas para el futuro.
Desde kits de desorbitación lanzados con misiones para derribarlos de manera segura hasta misiones emblemáticas como Clearspace-1 que capturará naves espaciales varadas en órbita y tecnologías para limitar los riesgos en tierra, la ESA está liderando el camino en el espacio sostenible.
La misión imposible
Aeolus ha sido una misión desafiante: su tecnología láser pionera tardó muchos años en desarrollarse. Pero después de una serie de contratiempos, Aeolus finalmente se lanzó en 2018 para perfilar los vientos de la Tierra y se convirtió en una de las misiones de investigación de observación de la Tierra más exitosas de la ESA.
Aeolus llevaba un instrumento conocido como Aladin, que es el lidar de viento Doppler más sofisticado de Europa volado en el espacio. Su láser disparó pulsos de luz ultravioleta hacia la atmósfera de la Tierra. Esta luz rebotó en las moléculas de aire y partículas como el polvo en la atmósfera. La pequeña fracción de luz que se dispersó hacia el satélite fue captada por un gran telescopio.
A través de la medición de los cambios Doppler en las señales de retorno, se derivó la velocidad horizontal del viento en los 30 kilómetros más bajos de la atmósfera, lo que convirtió a Aeolus en la primera misión satelital en entregar perfiles del viento de la Tierra a escala global. La misión, una de investigación Earth Explorer de la ESA, fue diseñada para demostrar que esta tecnología era factible, pero hizo más que eso.
Un beneficio de 3.500 millones de euros
La directora de Programas de Observación de la Tierra de la ESA, Simonetta Cheli, asegura que “Aeolus ha sido realmente excepcional. De hecho, la tecnología fue difícil de desarrollar, pero hemos visto grandes ganancias. No solo benefició a la ciencia en términos de contribuir a la investigación climática, sino que sus datos se utilizaron operativamente en los pronósticos meteorológicos, lo que resultó esencial durante el bloqueo de Covid cuando los aviones, que llevan instrumentos meteorológicos, estaban en tierra”.
“Un informe de 2022 de London Economics encontró que Aeolus también trajo beneficios económicos reales, hasta 3.500 millones de euros durante la vida útil de la misión. Estamos extremadamente orgullosos de Aeolus y de las muchas personas que hicieron posible su desarrollo, su vida en órbita, su uso de datos y su final seguro”, añadió.
“Y ahora, con la experiencia adquirida con el primer Aeolus, nuestro enfoque se centra en su continuación, Aeolus-2, que es una misión meteorológica operativa que estamos desarrollando con Eumetsat, la Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos”, concluyó Simoneta Cheli.