El Centro español de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA), en colaboración con la Nasa, llevó a cabo en 2017 en la zona del nacimiento del Río Tinto, en Huelva, la última campaña enmarcada dentro del proyecto LMAP, de la que aún hoy se siguen analizando los datos y sacando nuevas conclusiones que ahora aparecen en un artículo publicado recientemente en la revista Astrobiology.
En dicho artículo, en el que han colaborado varios investigadores del CAB, se describe en qué consistió esta campaña y se recogen los resultados de los datos analizados, según informa el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA).
El CAP español y la Nasa estudian desde 2014 el entorno del Río Tinto en el marco del Proyecto de detección de vida en un análogo marciano (LMAP). La finalidad de estas investigaciones es testar la instrumentación diseñada para recoger muestras de Marte en futuras misiones espaciales, como es el caso del instrumento detector de signos de vida (SOLID), diseñado en el CAB.
LMAP-2017 consistió en una campaña en la que, por medio de un equipo autónomo de taladro, instalado a bordo de una plataforma de la Nasa (basada en las plataformas de aterrizaje de las misiones InSight y Phoenix), se realizó un taladro de un metro de profundidad en el suelo de Río Tinto. El sistema recogía muestras de suelo a intervalos de 20 centímetros de profundidad y las transfería a distintos equipos de análisis. Además, para comprobar la fidelidad del sistema robótico, los investigadores realizaron, en paralelo, una recogida manual de muestras y, posteriormente, sometieron a ambas a la misma batería de análisis.
Tal y como recoge el artículo, por un lado, se analizaron las muestras in situ con el instrumento SOLID, un detector portátil de biomarcadores basado en la compatibilidad inmunológica frente a anticuerpos y que se está desarrollando en el CAB.
Por otra parte, una vez en el laboratorio, las muestras recogidas se analizaron para lípidos y ADN, de tal forma que los tres tipos de biomarcadores (inmunológicos, lipídicos y genéticos) se interpretaron en contexto con la mineralogía y la geoquímica de la zona. “Los resultaron mostraron una presencia generalizada de comunidades microbianas asociadas en gran medida a variables abióticas, tales como la mineralogía”, señala Laura Sánchez-García, investigadora del CAB y autora principal del estudio.
“La heterogeneidad espacial que se observó pone de manifiesto la relevancia de considerar más de un punto de muestreo para lograr una buena cobertura y representatividad local de cara a futuras misiones astrobiológicas en Marte”, explica Sánchez-García. “Los resultados demuestran además que se puede adquirir y transferir muestra de suelo similar al marciano de hasta un metro de profundidad de forma robótica e inteligente, así como recuperar biomarcadores moleculares de distinta naturaleza”, añade.
El alto potencial de preservación de los lípidos y la elevada sensibilidad de los anticuerpos para detectar restos biológicos, convierte a ambos tipos de biomarcadores en componentes fundamentales para la misión IceBreaker, propuesta para buscar evidencias moleculares de vida en la subsuperficie helada de Marte.