En 2023, el tráfico de lanzamiento de carga útil volvió a ser el más alto de la historia, y la mayoría de los satélites pasaron a formar parte de grandes constelaciones de comunicaciones comerciales, según el Informe de la ESA 2024 sobre el entorno espacial.
Dicho Informe tiene entre sus conclusiones principales las siguientes afirmaciones:
– El entorno orbital de la Tierra es un recurso finito.
– En 2023 se lanzaron más satélites que en cualquier otro año anterior.
– El número y la escala de las constelaciones de satélites comerciales en ciertas órbitas terrestres bajas siguen aumentando.
– No son suficientes los satélites que abandonan estas órbitas tan congestionadas al final de sus vidas.
– Los satélites que permanecen en su órbita operativa al final de su misión corren el riesgo de fragmentarse en peligrosas nubes de escombros que permanecen en órbita durante muchos años.
– Los satélites activos deben realizar un número cada vez mayor de maniobras para evitar colisiones con el fin de esquivar a otros satélites y fragmentos de desechos espaciales.
– La adopción de medidas de mitigación de desechos espaciales está mejorando lentamente, pero aún no es suficiente para detener el aumento de la cantidad de desechos espaciales.
– Sin más cambios, el comportamiento colectivo de las entidades que trabajan en el espacio (empresas privadas y agencias nacionales) será insostenible a largo plazo.
Para los autores del Informe, la cantidad de basura espacial en órbita sigue aumentando rápidamente. En la actualidad, las redes de vigilancia espacial rastrean unos 35.000 objetos. De ellos, unos 9.100 son cargas útiles activas y los 26.000 restantes son fragmentos de basura de más de 10 cm de tamaño. Sin embargo, el número real de objetos de desechos espaciales mayores de un centímetros de tamaño (lo suficientemente grandes como para causar daños catastróficos) es más de un millón.
Dos tercios de todos los satélites activos, más de 6.000, se encuentran actualmente entre 500 y 600 kilómetros de altitud. Esta tendencia continuará, ya que la mayoría de los satélites recién lanzados en 2023 también se dirigen a estas órbitas. Cualquier colisión o explosión que creara una gran cantidad de fragmentos de escombros sería catastrófica para todos los satélites que comparten una órbita ocupada, así como para todas las naves espaciales que tienen que pasar por esas órbitas.
En las órbitas terrestres bajas, el número de eventos que desencadenan procedimientos para evitar colisiones está aumentando, en parte debido a la creciente congestión del tráfico y en parte a la creciente cantidad de desechos.
En términos absolutos, el número de objetos que reingresaron a la atmósfera terrestre en 2023 disminuyó. Esto se debe principalmente a que la reentrada de desechos causada por una prueba de un misil antisatélite específica a finales de 2021 alcanzó su punto máximo el año anterior. Sin embargo, se han intensificado los esfuerzos para mejorar el cumplimiento de las directrices de mitigación de desechos espaciales para retirar los satélites de órbitas importantes al final de su vida útil, lo que ha provocado un rápido aumento del número de satélites que vuelven a entrar en la atmósfera.
Un aspecto que debe mejorarse es el número de cuerpos de cohetes que regresan de forma controlada. En 2023, aproximadamente el 90% de los cuerpos de cohetes en órbitas bajas abandonarán órbitas valiosas de conformidad con las normas aplicables, y más de la mitad volverán a ingresar de forma controlada.
A pesar de la mejora en las medidas de mitigación, la falta de cumplimiento y de medidas correctivas hizo que en 2023 todavía se produjera un crecimiento neto de la población de desechos espaciales. Si extrapolamos las tendencias actuales al futuro, como antes, el número de colisiones catastróficas podría aumentar significativamente.
Esto podría provocar el «síndrome de Kessler», que podría provocar que ciertas órbitas se volvieran inseguras e inutilizables con el tiempo a medida que los desechos continúan colisionando y fragmentándose, creando un efecto en cascada.
Las aspiraciones futuras en el espacio se están orientando hacia la Luna y más allá. Además de garantizar la seguridad de las órbitas bajas terrestres para los exploradores espaciales humanos, mantener limpio el espacio cislunar (la región entre la Tierra y la Luna) se está convirtiendo en un área de creciente importancia.
Sin una gravedad fuerte y una atmósfera espesa que elimine gradualmente los desechos de la órbita, es crucial aplicar las lecciones aprendidas y mantener las órbitas lunares libres de desechos desde el principio.