El pasado sábado por la mañana, como había anunciado días antes en sus predicciones la Oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA), la sonda espacial de la era soviética Cosmos-482 cayó en la Tierra, en el océano Índico, concretamente, al Oeste de Yakarta, según confirmó la Corporación Estatal rusa Roscosmos. Fue el fin de un fracaso que ha perdurado durante más de 53 años.
Cosmos-482 fue lanzada en la primavera de 1972 como parte de una misión soviética para explorar Venus. Sin embargo, debido a una avería, la sonda no logró abandonar la órbita terrestre y permaneció en una órbita elíptica alta, acercándose gradualmente al planeta durante las últimas cinco décadas.
Como explicó sucintamente Roscosmos el sábado en la plataforma Telegram, «Cosmos-482 terminó su existencia abandonando la órbita y cayendo en el océano Índico. Su caída fue monitorizada por el Sistema Automatizado de Alerta para Situaciones Peligrosas en el Espacio Cercano a la Tierra. Según los cálculos de los especialistas de Roscosmos, la sonda entró en las capas densas de la atmósfera a las 8:24 de la mañana (hora española), a 560 kilómetros de las islas Andaman y cayó en el océano Índico al Oeste de Yakarta”.
Seguimiento espacial
Los Centros de Operaciones de Vigilancia y Seguimiento Espacial de la Unión Europea UE (EU SST) también confirmaron la caída de Cosmos-482 en el mar. “La red de sensores de contribución de la EU SST está siguiendo de cerca el objeto para refinar la ventana de reentrada, que se estimaba para el sábado 10 de mayo, con una incertidumbre de ±4 horas. Lo ha hecho finalmente a las 6:24 GMT y, tras caer en el agua, se ha hundido en el océano al oeste de Yakarta, como informó Roscosmos”.
La Oficina de Desechos Espaciales de la ESA, por su parte, indicó el sábado en su actualización de las 8:35 de la mañana que el descenso de Cosmos-482 había sido detectado por los sistemas de radar sobre Alemania a las 6:30 de la mañana. Y en otra actualización de hora y media más tarde, la ESA concluía que, como los mismos sistemas de radar no habían vuelto a detectar el movimiento, “lo más probable es que el reingreso ya se haya producido”.
¿Qué tenía de especial esta caída? El módulo de aterrizaje podría alcanzar la superficie de la Tierra en una sola pieza en lugar de romperse y quemarse a su reingreso en la atmósfera. La sonda lanzada hace 23 años por la Unión Soviética formó parte de un intento de explorar Venus, pero que no logró escapar de la órbita baja terrestre. El módulo de aterrizaje de 495 kilogramos fue diseñado para soportar las condiciones extremadamente duras de la atmósfera hostil de Venus y para una aceleración de 300 G y 100 atmósferas de presión. Como resultado, podría sobrevivir a su reingreso a la atmósfera.
Además, la forma aerodinámica especial y suave de la nave espacial le permitía funcionar como una medida de la densidad en órbita terrestre muy baja. Cada vez que la órbita elíptica pasaba por el perigeo, perdía altura de apogeo. La resistencia atmosférica sobre el objeto pudo inferirse de la diferencia de altitud justo antes del reingreso. El diseño de la mayoría de las naves espaciales es demasiado complejo para realizar mediciones precisas, pero la forma casi esférica de la nave Cosmos-482 lo permitía. Esto convertía su reentrada en un experimento científico de reingreso «accidental», según indicó la ESA.
El fin de un fracaso
Esta misión fue un intento de explorar Venus que no logró escapar de la órbita baja terrestre. Fue lanzada por un cohete SL-6/A-2-e cuatro días después de la sonda atmosférica Venera 8 y tenía un diseño y un plan de misión idénticos. Tras alcanzar una órbita de estacionamiento terrestre, la nave espacial aparentemente intentó lanzarse a una trayectoria de transferencia a Venus. Se separó en cuatro partes, dos de las cuales permanecieron en órbita baja terrestre y se desintegraron en 48 horas, y dos partes (presumiblemente la sonda de aterrizaje y la unidad de motor de la etapa superior desprendida) se situaron en una órbita más alta de 210 x 9.800 kilómetros. Se cree que una avería provocó que el motor se quemara, lo que no alcanzó la velocidad suficiente para el traslado a Venus y dejó la carga útil en esta órbita elíptica terrestre. La órbita de la sonda de aterrizaje se fue desintegrando con el tiempo hasta su reingreso a la atmósfera terrestre el pasado sábado 10 de mayo de 2025.
La nave espacial Cosmos 482 constaba de un cohete portador y una sonda de aterrizaje con una masa total de lanzamiento de 1.184 kilogramos. La sonda de aterrizaje era un recipiente de presión esférico aislado con una masa de 495 kilogramos, de diseño similar al de la sonda Venera 7. Contaba con una cubierta superior que se desprendía al entrar en la atmósfera para desplegar el paracaídas de 2,5 metros cuadrados y exponer la antena y los instrumentos.
La sonda funcionaba con baterías. Su instrumentación incluía sensores de temperatura, presión y densidad, así como un acelerómetro, un radioaltímetro, un anemómetro, un espectrómetro de rayos gamma, un analizador de gases, fotómetros visibles y transmisores de radio.
El lanzador
El lanzador se basó en el diseño 3MV utilizado para la Venera 4. Consistía en un cilindro de 3,5 metros de altura. Dos alas de paneles solares, con una superficie de 2,5 metros y una envergadura de 4 metros. Debido a la proximidad de la nave al Sol en Venus, las alas solo estaban parcialmente cubiertas por células solares. Una antena parabólica de alta ganancia de 2,3 metros de diámetro, junto con antenas cónicas espirales de baja ganancia montadas sobre brazos, proporcionaban las comunicaciones. Los tubos de transferencia de calor del refrigerante de gas, situados detrás de la antena y orientados en dirección contraria al Sol, proporcionaban el control térmico. El control de actitud de la nave espacial se realizaba mediante micromotores y sensores solares, terrestres y estelares. El sistema de propulsión estaba montado en un extremo y la sonda del módulo de aterrizaje en el otro. También contenía detectores de partículas energéticas, un detector de viento solar y un espectrómetro ultravioleta.
A partir de 1962, se le dio el nombre Cosmos a las naves espaciales soviéticas que permanecían en órbita terrestre, independientemente de si ese era su destino final. La designación de esta misión como sonda planetaria se basa en evidencia de fuentes soviéticas y no soviéticas, así como en documentos históricos. Normalmente, las misiones planetarias soviéticas se colocaban inicialmente en una órbita de estacionamiento terrestre como plataforma de lanzamiento con un motor cohete y una sonda acoplada. Las sondas se lanzaban entonces hacia sus objetivos con una combustión del motor de aproximadamente cuatro minutos. Si el motor fallaba o la combustión no se completaba, las sondas permanecían en órbita terrestre y se les asignaba la designación Cosmos.
Reacción española
El Ministerio español de Ciencia, Investigación y Universidades abordó en su cuenta de X las circunstancias de la caída de la nave espacial de la era soviética. “Se trata del Cosmos-482, una sonda de 500 kilogramos lanzada en 1972 con destino a Venus. Nunca salió de la órbita terrestre y ahora, tras más de medio siglo, ha regresado a nuestro planeta. Esta sonda espacial soviética es más resistente que otros satélites y viaja a una velocidad de 28.000 kilómetros por hora, por lo que solo se ve unos segundos. Tiene un escudo térmico que fue diseñado para sobrevivir en Venus, cuya atmósfera es aún más densa que la de la Tierra”.
Y añadió que “cada vez hay más reentradas de este tipo. Se denominan descontroladas porque no se puede predecir con precisión cuándo ni dónde caerán. En 2024 hubo más de 140 reentradas, aunque la mayoría se desintegraron al entrar en la atmósfera. La posibilidad de que la basura espacial llegue a afectar a personas o lugares habitados es muy remota. Es más probable que nos caiga un rayo dos veces en un mismo año que un trozo de basura espacial. Hasta el momento, no se ha registrado ningún daño de este tipo”.
Y concluía con que “estas reentradas se gestionan mediante protocolos con cooperación internacional. En España, el Ministerio de Ciencia, a través de la Agencia Espacial Española (AEE), gestiona y coordina el Protocolo de Alertas Espaciales desde el S3TOC (Centro Español de Vigilancia y Seguimiento Espacial)”.