La ministra de Defensa, Margarita Robles, visitó este lunes el Centro de Operaciones y Vigilancia Espacial (COVE), donde recibió información sobre los protocolos aplicados para la detección de objetos y conocer con más detalle la incidencia ocurrida el pasado fin de semana sobre el este de la Península cuando se detectó un ‘bólido espacial’.
Según la conclusión del COVE en una primera aproximación al estudio del objeto y que se refrendaba poco después, este «bólido espacial» en ningún caso, tenía las características ni comportamiento de un misil balístico. Tras analizar el vídeo difundido mostrando un objeto con una estela luminosa en el cielo, y consultar con el consorcio europeo y otros actores espaciales, el COVE llegó a la conclusión de que «la naturaleza armamentística del fenómeno no era real» y, descartando también que fuera un satélite privado (de la empresa Starlink, como se sugirió), «la única información que damos como posible es que fue un ‘meteoroide rozador», señaló el jefe del COVE, teniente coronel Manuel Olmos.
Asimismo, se ha consultado con el Centro de Vigilancia de Alertas de Misiles Balísticos del Mando Aéreo de la OTAN, que «nos confirmó que no constaba ningún lanzamiento en ese espacio de tiempo«, añadió Olmos.
Los mandos militares confirmaron a la ministra Robles que existe un protocolo nacional e internacional de alertas espaciales que se hubiera activado en caso de riesgo de caída o reentrada de un objeto espacial de determinada masa, a partir de los 5.000 kilogramos.
Un satélite Starlink no llega a los 300 kilogramos, expuso como ejemplo Olmos, por lo que su masa en tan mínima que la atmósfera es capaz de desintegrarla «y por eso no se considera una alerta».
De media el COVE observa más de 5.000 objetivos que a lo largo del día cruzan el campo de visión de nuestro radar, que abarca una extensión que va desde los 200 a los 2.000 kilómetros de la órbita baja (LEO) y media (MEO), que es donde operan la gran mayoría de los objetos espaciales, siendo la LEO la más saturada.
Actualmente hay orbitando la Tierra unos 26.000 objetos espaciales, incluida la basura espacial, pero eso «no quiere decir que todos supongan un riesgo», explicó el jefe del Mando del Espacio (MESPA), general de división Isaac Crespo. El conocimiento de la situación espacial es una de las principales responsabilidades del COVE y del MESPA por la creciente relevancia del espacio ultraterrestre y su alto poder perturbador en todos los sectores, desde el económico al ocio, pasando por el transporte y, sobre todo, al de seguridad y defensa.
El jefe del Mando Aéreo de Combate, teniente general Francisco González-Espresati, del que depende orgánicamente el COVE, también estuvo presente en la visita.
El COVE, creado en 2019, se integra en el Sistema Nacional de Vigilancia y Seguimiento Espacial y su misión es la vigilancia del espacio ultraterrestre, especialmente en lo que afecta al desarrollo de las operaciones militares de las Fuerzas Armadas.
El COVE tiene, además, importantes ámbitos de cooperación nacional e internacional, con la industria y universidades, la OTAN y la UE, y con EEUU, ya que se requiere un intercambio de conocimientos, adiestramiento y formación que implica mucha cooperación.