En Pamplona, donde residía desde hace muchos años y formó su empresa, acaba de fallecer Manuel Torres, un empresario innovador y ejemplar. Tenía 82 años y seguía trabajando 10 horas diarias en sus diseños de maquinaria para la automatización de procesos industriales.
Nacido en la huerta murciana en el seno de una familia, sin ninguna tradición industrial, se hizo maestro de taller en una Escuela de Formación Profesional y muy pronto destacó como un magnífico fresador y una mente inquieta siempre pensando en la mejora de los procedimientos.
Siendo todavía joven fue contratado en Pamplona por la Papelera Navarra, una fábrica de cartón ondulado como Jefe de Mantenimiento.
Concibió entonces distintos métodos para automatizar los procesos que exigían cierto nivel de inversiones. La empresa no parecía dispuesta a emprender esas inversiones y lo hizo él personalmente con el dinero que había ahorrado para dar la entrada del pisito que pensaba comprar para casarse con su novia navarra. Alquiló una pequeña nave en Pamplona y desarrolló y fabricó, en sus horas libres, su primer producto, un portabobinas que ahorraba tiempo en la carga de las máquinas de cartón. Eran los tiempos de la transición política en España.
El producto se probó con éxito en la Papelera Navarra que le pasó un pedido que le permitió crear su empresa MTorres Diseños Industriales, S.L. Poco después, desarrolló la primera instalación de empalme automático de la bobina de papel que se termina, con la que le reemplazaba, evitando los tiempos muertos en la fabricación del cartón ondulado cuando se acaba el papel de la bobina. Aquello significó una revolución en las fábricas de cartón por todo el mundo y en pocos años MTorres Diseños Industriales tenía cientos de instalaciones funcionando por los cinco continentes. En Italia, probablemente el mayor fabricante europeo de cartón ondulado en esos momentos, esas máquinas se han llamado durante años “las Torres”, como nombre genérico.
Sin embargo, es a partir de finales de la década de los 80 del pasado siglo cuando la creatividad de Manuel Torres y de su empresa, ya importante y poblada de brillantes ingenieros, destacó en el sector aeroespacial. Hasta 1987 Manuel no había visto una fábrica de aviones pero aquel año, a instancias del CDTI, que siempre le consideró uno de los empresarios más innovadores y arrojados de España, visitó la fábrica que la entonces Construcciones Aeronáuticas, S.A. (CASA) tenía en Tablada, en el centro de Sevilla.
De aquella visita, surgió una idea revolucionaria que, literalmente, cambió la forma en que se fabrican las aeroestructuras. Se trataba del útil virtual universal, que Manuel denominó TORRESTOOL que evitaba disponer de decenas de utillajes necesarios para fabricar piezas aeronáuticas con la precisión que se requiere.
Hoy día instalaciones basadas en ese producto se encuentran en todas las grandes fábricas de aviones comerciales, desde Seattle a Wichita de Boeing, hasta las fábricas de los fuselajes de los grandes aviones de Airbus en Alemania. De hecho, es en Alemania donde MTorres ha tenido más predicamento, quizás porque su empresa, en la que nunca ha tenido ningún otro socio, se parece sobre todo a las empresas alemanas del llamado Mittelstand, esas empresas familiares que constituyen la columna vertebral de su gran poderío industrial.
Cuando la industria aeronáutica comenzó a utilizar masivamente los nuevos materiales de fibra de carbono, CASA, gracias a su participación en el consorcio Airbus, se convirtió en referencia mundial en esa tecnología y MTorres, siempre impulsada por Manuel Torres personalmente, se convirtió en uno de los más importantes fabricantes mundiales de bienes que equipo para la fabricación de los segmentos de avión con “composites” de fibra de carbono.
Para los que hemos pasado por esa industria, ver las grandes máquinas de MTorres en todos los centros de fabricación aeronáutica del mundo, en Europa, USA y Asia y contemplar el logo de MTorres es un gran motivo de orgullo.
Me atrevo a decir que solo dos españoles han tenido un verdadero impacto en el devenir de la industria aeronáutica mundial y ambos eran murcianos: de la Cierva, en lo referente al diseño de aeronaves, con su autogiro, y Manuel Torres con sus variados bienes de equipo para la fabricación de aviones.