Por primera vez en la historia, un satélite de telecomunicaciones ha utilizado un propulsor de yodo para cambiar su órbita alrededor de la Tierra. La pequeña pero potencialmente disruptiva innovación podría ayudar a despejar los cielos de basura espacial, al permitir que pequeños satélites se autodestruyan de manera fácil y barata al final de sus misiones, dirigiéndose a la atmósfera donde se quemarían.
La tecnología también podría usarse para aumentar la vida útil de la misión de pequeños CubeSats que monitorean cultivos agrícolas en la Tierra o megaconstelaciones enteras de nano-satélites que brindan acceso global a Internet, elevando sus órbitas cuando comienzan a desplazarse hacia el planeta, según informa la ESA.
La tecnología ha sido desarrollada por ThrustMe, una empresa derivada de la École Polytechnique y el Centro Nacional Francés de Investigación Científica (CNRS), y apoyada por la ESA a través de su programa de Investigación Avanzada en Sistemas de Telecomunicaciones (ARTES).
Utiliza un nuevo propulsor, el yodo, en un propulsor eléctrico que controla la altura del satélite sobre la Tierra. El yodo es menos costoso y utiliza tecnologías más simples que los propulsores tradicionales.
A diferencia de muchos propulsores tradicionales, el yodo no es tóxico y es sólido a temperatura y presión ambiente. Esto lo hace más fácil y económico de manejar en la Tierra.
Cuando se calienta, se convierte en gas sin pasar por una fase líquida, lo que lo hace ideal para un sistema de propulsión simple. También es más denso que los propulsores tradicionales, por lo que ocupa volúmenes más pequeños a bordo del satélite.
ThrustMe lanzó su propulsor de yodo en un nano-satélite de investigación comercial llamado SpaceTy Beihangkongshi-1 que fue al espacio en noviembre de 2020. Fue probado a principios de este mes antes de ser utilizado para cambiar la órbita del satélite.