En un esfuerzo por abordar los desafíos ambientales y promover una movilidad más sostenible, el Grupo Parlamentario Socialista ha alcanzado un acuerdo con el Grupo Parlamentario Sumar para impulsar la reducción de los vuelos domésticos en rutas que cuenten con una alternativa ferroviaria que dure menos de 2,5 horas. Esta medida, reflejada en una Proposición no de Ley, busca fomentar el uso del transporte ferroviario en detrimento de los vuelos cortos, siempre y cuando no afecte significativamente al turismo ni a las condiciones de insularidad.
El portavoz de Cambio Climático, Arnau Ramírez, ha destacado la importancia de esta iniciativa, subrayando que el objetivo primordial es reducir la huella de carbono asociada al transporte aéreo sin comprometer la conectividad y el desarrollo económico de las regiones. «No haremos nada que afecte a nuestro turismo ni que afecte a las condiciones de insularidad», afirmó Ramírez, enfatizando el compromiso del partido con la protección del medio ambiente y el impulso de políticas que promuevan la sostenibilidad.
Esta propuesta se enmarca dentro de un contexto global donde la preocupación por el cambio climático y sus consecuencias se ha vuelto cada vez más urgente. El transporte aéreo, si bien es una herramienta vital para la conectividad y el desarrollo económico, también es uno de los principales contribuyentes a las emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, la promoción de alternativas más sostenibles y eficientes, como el ferrocarril en rutas cortas, se presenta como una medida clave para mitigar el impacto ambiental de nuestras actividades cotidianas.
Además de sus beneficios ambientales, el fomento del transporte ferroviario puede tener un impacto positivo en otros aspectos, como la descongestión del tráfico aéreo, la reducción de la contaminación acústica y la promoción del turismo responsable. Al priorizar el ferrocarril en rutas donde sea viable y eficiente, se pueden generar nuevas oportunidades para el desarrollo regional, impulsando la economía local y creando empleo en el sector del transporte y la infraestructura.
Sin embargo, es importante abordar esta transición de manera equilibrada y considerada. La propuesta no busca eliminar por completo los vuelos domésticos, sino más bien promover un uso más consciente y selectivo de este medio de transporte, reservándolo para casos donde no exista una alternativa ferroviaria viable, especialmente en conexiones con aeropuertos que enlacen con rutas internacionales.
No obstante, la Mesa del Turismo desaprueba esta medida por “dañar gravemente la competitividad del sector turístico al tiempo que encarecería el acceso a los ciudadanos a la oferta vacacional”, explica Juan Molas, presidente de la Mesa. Así, la Mesa asegura que ya se ha producido el trasvase de la mayor parte del tráfico aéreo a la Alta Velocidad en aquellas rutas donde existe la alternativa. Una parte sustancial de estos pasajeros de vuelos domésticos son viajeros en conexión de rutas internacionales, con lo que su eliminación supondría una pérdida notable de competitividad de los hubs de Madrid y Barcelona en favor de otros grandes aeropuertos.
Además, la Mesa asegura que las emisiones de CO2 de las principales rutas aéreas que se verían afectadas representan únicamente el 0,9% del total, según la estimación de la Asociación de Líneas Áreas, de modo que el impacto de la medida sería más que cuestionable.
Por su parte, el Informe de vuelos cortos 2022 que presentó el Colegio Oficial de Ingenieros Aeronáuticos de España (COIAE) aseguraba que el volumen de CO2 correspondiente a las emisiones de todas las conexiones aéreas susceptibles de ser reemplazadas por trenes de alta velocidad en menos de tres horas supuso menos del 0,05% de las emisiones totales en España en 2022, y únicamente un 0,13% de las emisiones nacionales del sector del transporte. En el escenario de rutas con alternativa de tren en menos de cuatro horas, el máximo ahorro alcanzable se limitó al 0,08% de las emisiones totales en España en 2022.
El decano del COIAE, José Manuel Hesse, ha reiterado que, frente a tan reducidos beneficios, los daños que se produciría a la industria del transporte aéreo en España serán significativos. Esta prohibición, ha insistido, “desincentivará las inversiones en nuevas tecnologías, eléctrico – hidrógeno, que tienen su banco de pruebas precisamente en los vuelos de corta distancia”.