Víctor Díaz Rubio, bombero militar y piloto, combina su labor en el Ejército del Aire con la instrucción de vuelo en European Flyers. Su experiencia muestra cómo la formación de nuevos pilotos no solo impulsa la seguridad y la calidad en la aviación, sino que también abre una vía profesional con alta demanda y proyección de futuro.
Víctor Díaz Rubio, madrileño de 42 años, ha construido una trayectoria profesional en la que servicio y vuelo conviven con naturalidad. Bombero militar del Ejército del Aire, hace tres años decidió dar un paso más y obtener su licencia de piloto en European Flyers. Hoy, además de continuar con su labor en el Ejército, es instructor en la misma escuela donde se formó y ejerce como Safety Deputy, supervisando la seguridad de operaciones y formación.
Para Víctor, la combinación de ambas facetas es algo más que un reto logístico. “Enseñar también es aprender. Lo que transmito en el aula y en el aire nace de mi experiencia en misiones donde la seguridad y la rapidez son esenciales. Esa misma mentalidad es la que intento inculcar a los futuros pilotos”, explica el piloto.
La instrucción, asegura, ofrece ventajas laborales que van más allá de acumular horas de vuelo. “Permite mantener actualizadas las competencias técnicas, desarrollar habilidades de liderazgo, comunicación y gestión de riesgos. Además, suele aportar estabilidad y la posibilidad de crecer dentro de las escuelas”, señala.
European Flyers cuenta con un programa específico para formar instructores, que combina teoría, práctica en simuladores FNPT-I y 26,5 horas de vuelo real en aviones Cessna 172 con Garmin 1000. La escuela incluso ofrece becas al mejor alumno de cada promoción para facilitar el acceso a esta especialidad.
El perfil del instructor, añade Díaz, requiere tanto capacidades técnicas como cualidades personales: paciencia, empatía, disciplina, observación y humildad. “No basta con volar bien, hay que volar seguro y ser capaz de transmitir esa mentalidad a los alumnos”, subraya.
Además, la instrucción no solo beneficia a quienes aprenden, sino también a quienes enseñan. “Trabajar con alumnos obliga a anticiparse, a planificar mejor y a estar al día en normativa y técnicas. Me ha hecho un piloto más completo”, reconoce Díaz.
Sobre la demanda de instructores, el piloto es claro. “El crecimiento del sector aeronáutico augura una necesidad sostenida de profesionales cualificados. La instrucción es una salida con futuro”. Y para quienes dudan entre seguir formándose o buscar directamente una aerolínea, explica que “la experiencia como instructor aporta horas, disciplina y una red profesional que abre puertas en toda la aviación”.