El astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA), Pablo Álvarez, se prepara para un futuro repleto de desafíos en la exploración del espacio. Actualmente, colabora en el desarrollo de la estación lunar Gateway y se entrena con el brazo robótico Canadarm, con la mirada puesta en su primer vuelo a la Estación Espacial Internacional (ISS) antes de 2030. En la entrevista que publicamos en el número de marzo, reflexiona sobre la importancia de la cooperación internacional, el papel del sector privado y los retos tecnológicos de las próximas décadas en la conquista de la Luna y Marte.
Tras el parón navideño, Pablo Álvarez ha retomado su actividad con un intenso calendario de formación. «Ahora mismo estoy dando soporte a Gateway, la futura Estación Espacial lunar, que está en fase de revisiones de ingeniería. Es clave el punto de vista de la tripulación para anticipar problemas y mejorar la organización de la estación», explica.
El astronauta también se preparará en Canadá con el Canadarm, el brazo robótico de la ISS, y comenzará su entrenamiento como piloto de aviación. «Como ingeniero aeronáutico, la parte de pilotar aviones me motiva especialmente», confiesa.
Recientemente, completó su certificación básica en Actividades Extravehiculares (EVA) en el Laboratorio de Flotabilidad Neutral de Houston, Texas. «Lo más importante en una caminata espacial es mantener la calma en situaciones de presión. Son operaciones de hasta ocho horas donde cualquier error puede comprometer la seguridad de la tripulación o la propia estación», señala.
La primera experiencia extravehicular es un momento inolvidable. «Me han comentado que salir al espacio y ver la Tierra es una imagen que queda grabada para siempre«, añade Álvarez, quien admite su deseo de realizar una caminata espacial en el futuro.
Cooperación internacional, clave en la exploración
Pablo Álvarez destaca la importancia de las alianzas internacionales para avanzar en la exploración espacial. «La ISS es un claro ejemplo de colaboración entre la ESA, la Nasa, las agencias japonesa y canadiense, y Roscosmos. La historia también nos muestra hitos como la misión Apolo-Soyuz en plena Guerra Fría. Ninguna nación puede abordar sola los retos de la exploración espacial«, afirma.
En cuanto al sector privado, considera que las empresas «aportan un dinamismo que las agencias espaciales no siempre tienen». Destaca el impacto de SpaceX y Blue Origin en la industria y el potencial de proyectos como la Starship. «Espero que en Europa surja una iniciativa similar para dinamizar el sector», apunta.
Con la ISS operativa hasta 2030, Álvarez ve en las estaciones espaciales privadas el futuro de la investigación en órbita baja. «Aún está por definir si será un modelo completamente privado, una colaboración con agencias o una combinación de ambas», explica. Sobre su propio futuro, confirma que su primer vuelo será a la ISS antes de 2030, pero mantiene abiertas todas las opciones. «Estoy preparado para cualquier oportunidad», asegura.
De la Luna a Marte: retos técnicos y fisiológicos
En cuanto a la exploración marciana, considera que «aún falta mucho por definir» y es escéptico sobre los plazos optimistas de SpaceX. «Ojalá me equivoque, pero veo difícil que en pocos años se envíen humanos a Marte», comenta.
Los retos técnicos y científicos son enormes. «Debemos aprender a sobrevivir en el espacio durante más tiempo, afrontar los efectos de la microgravedad y la radiación, y desarrollar sistemas que permitan una mayor autosuficiencia en entornos remotos». Destaca la importancia de misiones como Artemisa para perfeccionar estas tecnologías antes de dar el salto al planeta rojo.
Para Álvarez, la ciencia es el mayor valor de la exploración espacial. «La ISS es un laboratorio único donde eliminamos la variable constante de la gravedad. Esto nos permite investigar nuevas aleaciones, mejorar fármacos o comprender enfermedades como el cáncer. Participar en un experimento que impacte positivamente en la vida de muchas personas sería un gran logro», afirma.
El viaje de Pablo Álvarez apenas ha comenzado, pero su visión refleja el desafío y la ambición de una nueva generación de astronautas europeos listos para llevar la exploración humana más allá de la órbita terrestre.