Los restos del cohete de prueba ruso Angara-A5, lanzado el pasado 27 de diciembre y destinado a probar el nuevo módulo en la estructura, conocido como propulsor Persei, cayó al Océano Pacífico, en la zona Este de la Polinesia Francesa tras fracasar en su lanzamiento.
El cohete fue lanzado desde la estación espacial Plesetsk por las Fuerzas Aeroespaciales Rusas, según informó el Ministerio de Defensa del país. El cohete logró viajar a una velocidad de 7,5 kilómetros por segundo y tras el fallo de motor, se desintegró parcialmente, regresando los restos a la superficie terrestre sin causar daños personales ni materiales. El Comando Espacial de Estados Unidos, estuvo pendiente en todo momento de la evolución del cohete y sus restos.
El responsable de la Oficina de Desechos Espaciales de la Agencia Espacial Europea (ESA), Holger Krag, explicó a los medios informativos que el Angara-A5 tenía pocas probabilidades de caer en zonas pobladas, aunque «el riesgo es real y no se puede ignorar». No es la primera vez que esto ocurre. El año pasado, la Nasa monitorizó un cohete descontrolado de China, que «no cumplía con los estándares responsables de gestión de restos espaciales.