En 2011, la ESA retiró el ERS-2 y comenzó el proceso de desorbitación y ahora ha llegado el momento de que este satélite pionero vuelva a entrar en la atmósfera de forma natural y empiece a desintegrarse. ERS-2 se lanzó en 1995, siguiendo a su satélite hermano, ERS-1, que se había lanzado cuatro años antes. En el momento de su lanzamiento, los dos satélites ERS eran los satélites de observación de la Tierra más sofisticados jamás desarrollados.
A lo largo de sus 16 años de vida útil, el segundo satélite europeo de teledetección, ERS-2, aportó una gran cantidad de información que revolucionó nuestra perspectiva de nuestro planeta y nuestra comprensión del cambio climático. Además de dejar un notable legado de datos que siguen haciendo avanzar la ciencia, esta destacada misión sentó las bases para muchos de los satélites actuales y la posición de la ESA a la vanguardia de la observación de la Tierra.
Ambos satélites llevaban un impresionante conjunto de instrumentos que incluían un radar de apertura sintética de imágenes, un altímetro de radar y otros potentes sensores para medir la temperatura de la superficie del océano y los vientos en el mar. ERS-2 tenía un sensor adicional para medir el ozono atmosférico.
Estos innovadores satélites de la ESA recopilaron una gran cantidad de datos sobre la disminución del hielo polar de la Tierra, los cambios en las superficies terrestres, el aumento del nivel del mar, el calentamiento de los océanos y la química atmosférica. Además, fueron llamados a monitorizar desastres naturales como graves inundaciones y terremotos en partes remotas del mundo.
Las diversas tecnologías de las que fue pionera el ERS sentaron las bases para misiones sucesoras, como la exitosa misión Envisat, los satélites meteorológicos MetOp, la actual familia de misiones de investigación científica Earth Explorer y los Copernicus Sentinels, así como muchas otras misiones satelitales nacionales, allanando el camino para las observaciones rutinarias que hoy damos por sentado.
Después de 13 años de desintegración orbital, impulsada principalmente por la actividad solar, el satélite ahora volverá a entrar naturalmente en la atmósfera terrestre. Se espera que esto suceda a mediados de febrero y las predicciones mejoran a medida que nos acercamos al punto de reentrada.
La Oficina de Desechos Espaciales de la ESA está monitorizando muy de cerca la decadencia de la órbita del satélite en coordinación con varios socios internacionales y proporcionará actualizaciones periódicas en los días previos al reingreso.