El minisatélite de la ESA Proba-V, del tamaño de un metro cúbico, ha finalizado su misión global de siete años para monitorear el crecimiento diario de toda la vegetación de la Tierra, una tarea que asumió Copernicus Sentinel-3 en su lugar.
Proba-V se lanzó en 2013 para llenar un vacío en el monitoreo global de la vegetación entre el final de los satélites Spot de Francia y Copernicus Sentinel-3. Su instrumento de vegetación compacto tiene un campo de visión a escala continental de 2.250 km de ancho, lo que le permite visualizar toda la vegetación de la Tierra en poco más de un día.
En general, la misión ha adquirido más de un petabyte de datos ambientales durante su tiempo en órbita, que fue procesado y distribuido a los usuarios por VITO, el centro de investigación y servicio belga.
Su misión de observación terminó a finales del pasado mes de junio. Proba-V ahora podrá realizar monitoreo experimental sobre Europa y África, incluidas las observaciones conjuntas con nuevas misiones complementarias.