Concebido, construido y lanzado en apenas tres años y con un presupuesto ajustado, el Arctic Weather Satellite (AWS) de la Agencia Espacial Europea (ESA) está demostrando que los pequeños satélites pueden desempeñar un papel crucial en la predicción meteorológica global.
Aunque la misión fue diseñada como un demostrador tecnológico para la futura constelación EPS-Sterna, el Centro Europeo de Predicción Meteorológica a Medio Plazo (ECMWF) ha comenzado a incorporar sus datos de manera operativa en sus sistemas, lo que supone un importante aval a la utilidad y fiabilidad de este satélite compacto.
Con un peso de 125 kilogramos y unas dimensiones de 1,0×5,3×0,9 metros, el AWS porta un radiómetro de microondas de 19 canales capaz de generar perfiles verticales de temperatura y humedad atmosférica en alta resolución y bajo todo tipo de condiciones meteorológicas.
Su capacidad resulta especialmente valiosa en el Ártico, donde la concentración de vapor de agua cambia rápidamente y las observaciones tradicionales presentan limitaciones. No obstante, el satélite recopila datos a escala global, reforzando los modelos de predicción en cualquier latitud.
Una mejora tangible en los pronósticos
Los primeros análisis de ECMWF muestran una mejora robusta en las previsiones meteorológicas, con especial impacto en la calidad de los pronósticos de viento y en la monitorización de ciclones. La misión ha permitido revelar temperaturas de brillo más bajas gracias a su canal de 325 GHz, lo que facilita una visión más clara de los tifones y de las nubes de hielo.
El proceso consiste en integrar las observaciones del AWS junto con datos de otros satélites y previsiones a corto plazo para obtener un retrato lo más preciso posible del estado atmosférico, que posteriormente sirve de base para los pronósticos.
El AWS se suma a las observaciones de satélites mayores operados por Eumetsat, NOAA y la Administración Meteorológica China (CMA). Su singularidad reside en ser el primer satélite operativo en la banda submilimétrica (longitudes de onda inferiores a un milímetro), lo que abre nuevas posibilidades para el estudio de nubes de hielo y procesos atmosféricos.
La experiencia adquirida con el Arctic Weather Satellite sienta las bases para la futura constelación EPS-Sterna, compuesta por seis satélites con el objetivo de ofrecer una cobertura temporal mucho mayor que la actual. Cada satélite sería reemplazado en tres ocasiones para garantizar continuidad en el suministro de datos durante varios años.
El proyecto seguiría el modelo de cooperación entre ESA y Eumetsat, similar al aplicado en programas como los satélites geoestacionarios Meteosat o los polares MetOp. Mientras que Meteosat no cubre latitudes árticas y MetOp tarda hasta 24 horas en lograr cobertura global, EPS-Sterna cerraría esa brecha temporal proporcionando datos frecuentes sobre el Ártico y otras regiones críticas.
Más allá de la predicción meteorológica, los datos aportados por el AWS tienen una dimensión estratégica en el estudio del cambio climático. El Ártico se está calentando a un ritmo más acelerado que otras regiones, y su evolución influye en todo el sistema climático terrestre.
Ville Kangas, director del proyecto en la ESA, subraya que la misión ha superado con creces las expectativas asegurando que “siendo solo un demostrador, precursor de una posible constelación, su rendimiento en órbita ha resultado excepcional”.











