Durante 10 días, 10 voluntarios han estado sumergidos en agua sin mojarse, flotando en contenedores similares a bañeras cubiertos por una tela impermeable. Es el último y más ambicioso experimento del proyecto Vivaldi, una iniciativa de la Agencia Espacial Europea (ESA) para recrear en la Tierra los efectos de la ingravidez en el cuerpo humano.
Este estudio, que se lleva a cabo en la clínica espacial Medes de Toulouse, Francia, busca comprender cómo la falta de gravedad afecta los músculos, huesos y sistemas neurológico, cardiovascular y metabólico. También se investiga el impacto en la visión y el sistema inmunológico, con el fin de desarrollar contramedidas para futuras misiones espaciales.
Durante la prueba, los participantes permanecen acostados dentro de estos contenedores sin apoyo físico, reproduciendo la sensación de flotar en el espacio. Se trata de una técnica conocida como «inmersión seca», que reduce la carga sobre el cuerpo de manera similar a la ingravidez.
Los voluntarios no pueden levantarse en ningún momento, ni siquiera para comer o ir al baño. Durante las comidas, utilizan un tablero flotante y una almohada para el cuello, y para las pausas fisiológicas, son trasladados en una camilla especial manteniendo la misma postura reclinada.
Comparación con el reposo en cama
En esta edición de Vivaldi III, el experimento se ha ampliado y combina dos técnicas de simulación en paralelo: la inmersión seca durante 10 días y el reposo en cama con inclinación cabeza abajo durante 10 días.
Ambos métodos imitan condiciones del vuelo espacial y provocan cambios similares en el cuerpo humano. La inmersión seca elimina la carga sobre el cuerpo y genera una respuesta fisiológica parecida a la ingravidez, mientras que el reposo en cama inclinado simula el desplazamiento de líquidos hacia la parte superior del cuerpo, un fenómeno característico de los astronautas en microgravedad.
«Al extender la duración de la inmersión seca y compararla con el reposo en cama, podemos entender mejor los efectos fisiológicos de la ingravidez y cómo se complementan estas técnicas,» explica Ann-Kathrin Vlacil, líder del equipo de exploración humana de la ESA.
Los astronautas experimentan una serie de cambios fisiológicos en ausencia de gravedad: pérdida de masa muscular y ósea, alteraciones en la forma del globo ocular y desplazamiento de fluidos hacia la cabeza. Gracias a los datos obtenidos en el experimento Vivaldi, los investigadores podrán desarrollar mejores estrategias para proteger la salud de los astronautas en misiones de larga duración.
Además, estos estudios pueden tener aplicaciones en la medicina terrestre, especialmente para mejorar el tratamiento de personas encamadas durante largos períodos, pacientes con problemas musculoesqueléticos y adultos mayores.
«Reducir la brecha entre la investigación espacial y los estudios en Tierra es clave para la exploración humana del espacio,» señala Marc-Antoine Custaud, líder del grupo de campañas de reposo en cama e inmersión seca de la ESA. «Nuestros hallazgos pueden tener un impacto significativo en la medicina terrestre, especialmente en afecciones asociadas al envejecimiento.»
El estudio Vivaldi III es una pieza clave en la investigación biomédica para la exploración espacial y, al mismo tiempo, abre nuevas vías para mejorar la salud y la calidad de vida en la Tierra.