El vicepresidente que dirigía la unidad de naves espaciales Starliner de Boeing, Mark Nappi, ha abandonado el problemático programa y ha sido sustituido por el director del programa de la Estación Espacial Internacional (ISS) de la compañía, John Mulholland, informó el pasado jueves a Reuters un portavoz de Boeing.
John Mulholland, que ya dirigió el programa Starliner de Boeing durante el fallo de la misión de prueba el 2019, tomó un año después el timón de las operaciones de la ISS por parte de Boeing, que ahora deja para volver a su antiguo cargo.
La medida se produce tras los problemas registrados en la nave espacial Starliner que, después de llevar el pasado mes de junio a los astronautas Butch Wilmore y Suni Williams a la ISS, tuvo que regresar a la Tierra de vacío. Después de varios meses de estudios y pruebas en el espacio y en la Tierra, la Nasa decidió traer a casa la nave espacial de Boeing sin tripulación y que sus astronautas regresen a casa en la nave Dragon de SpaceX con parte de la tripulación de la Crew-9 en el próximo mes de marzo.
Recientemente, el nuevo presidente de EEUU, Donald Trump, ha pedido al fundador de SpaceX, Elon Musk, que traiga a casa a los dos astronautas llevados s la ISS por la Starliner lo antes posible.
A finales del pasado mes de octubre se publicó en la prensa estadounidense que Boeing, en medio de los dolores de cabeza producidos por la Starliner, estudiaba la venta de su negocio espacial. El nuevo CEO de la compañía, Kelly Ortberg, está explorando las opciones para Starliner y la estación espacial de la Nasa.
En septiembre de 2014, la Nasa contrató a Boeing y SpaceX para transportar a los astronautas norteamericanos desde EEUU con tecnología propia hacia la ISS y así dejar de depender de las naves y lanzadores de Rusia. Un contrato de 4.200 millones de dólares con Boeing y otro de 2.600 millones con SpaceX devolvía a empresas privadas tareas que desde 2011, con la retirada de los transbordadores espaciales, estaban en manos de la rusa Roscosmos y sus naves Soyuz, lo que suponía un coste de unos 70 millones de dólares por cada astronauta transportado a la ISS.