El constructor aeroespacial norteamericano Boeing desvela cómo es el avión espacial autónomo X-37B o Vehículo Orbital de Prueba (OTV) que fue lanzado el pasado domingo por la Fuerza Espacial de EEUU (USSF) a bordo de un cohete Atlas V de United Launch Alliance (ULA) en su sexta misión
Boeing es el principal contratista del avión espacial X-37B y facilita la integración de todos los experimentos en el vehículo, asegurando que reciban los servicios correctos de energía, térmicos y de datos requeridos. Boeing también trabaja para identificar futuras oportunidades de experimentos de plataformas reutilizables en cada misión.
El X-37B, construido por Boeing, parece un transbordador espacial en miniatura. Pero a diferencia del transbordador de la Nasa, que dependía de las celdas de combustible para obtener energía en órbita, el X-37B tiene una matriz solar que se extiende desde su bahía de carga útil, lo que permite vuelos extremadamente largos.
«El X-37B ha cambiado el paradigma y redefinido la eficiencia en el desarrollo espacial», dijo Jim Chilton, vicepresidente senior de Boeing Space and Launch. «Los rápidos avances tecnológicos permitidos por el programa beneficiarán a toda la comunidad espacial e influirán en la próxima generación de diseño de naves espaciales».
El programa X-37B es una asociación entre el Departamento de la Oficina de Capacidades Rápidas de la Fuerza Aérea y la USSF. Las funciones de gestión del programa Boeing, ingeniería, pruebas y apoyo a la misión para el programa Orbital Test Vehicle (OTV) se llevan a cabo en los sitios de Boeing en el sur de California y Florida.
El X-37B se lanzó por primera vez en abril de 2010. Originalmente diseñado para misiones de 270 días de duración, el X-37B ha establecido récords de resistencia durante cada uno de sus cinco vuelos anteriores. Más recientemente, el X-37B pasó 780 días en órbita antes de regresar a la Tierra en octubre de 2019.
El X-37B es una de las naves espaciales de reingreso más nuevas y avanzadas del mundo, diseñada y desarrollada por Boeing para operar en órbita terrestre baja, de 240 a 800 kilómetros sobre la Tierra. Acumula un total de 2.865 días orbitando en sus cinco misiones anteriores.
Es el primer avión desde el transbordador espacial con la capacidad de devolver experimentos a la Tierra para su posterior inspección y análisis. Este vehículo espacial no tripulado de la Fuerza Aérea norteamericana (USAF) explora tecnologías de vehículos reutilizables que admiten objetivos espaciales a largo plazo.
Desde su primera misión, en 2010, tanto el Gobierno como las autoridades militares estadounidenses han sido bastante discretos a la hora de informar respecto a las pruebas realizadas por la aeronave espacial y su programa es clasificado.
En esta ocasión, se sabe que el vehículo llevará por primera vez un módulo integrado con el que se realizarán “numerosos” experimentos en el espacio. La aeronave, que mide menos de nueve metros de largo, utiliza energía solar y no es tripulada.