La Escuela Técnica Superior de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio (ETSIAE) de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) acoge desde el 30 de septiembre al 3 de octubre la reunión (edición otoño 2025) del consorcio que ha desarrollado la carga útil para la misión Ariel de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Esta misión, que tiene previsto su lanzamiento en 2029, consiste en desarrollar un telescopio de teledetección atmosférica por infrarrojos para el estudio a gran escala de exoplanetas. Ariel realizará el primer censo químico de una muestra amplia y diversa de exoplanetas mediante el análisis detallado de la composición de sus atmósferas, ayudando a comprender de qué están hechos los planetas y cómo se formaron y evolucionan.
El consorcio comprende más de 50 institutos de 16 países de la ESA, entre los que se incluyen Reino Unido, Francia, Italia, Polonia, Bélgica, España, Países Bajos, Austria, Dinamarca, Irlanda, Noruega, Suecia, República Checa, Hungría, Portugal y Estonia. Además, participan las agencias espaciales americanas (NASA), japonesa (JAXA) y canadiense (CSA).
Durante cuatro días, ingenieros y científicos de toda Europa se dan cita en Madrid para participar en una serie de sesiones técnicas y científicas dedicadas al avance de la misión. Estas jornadas están diseñadas para fomentar el intercambio de ideas, revisar los hitos clave y planificar los próximos pasos del proyecto. En un entorno altamente profesional, los participantes trabajarán en la resolución de problemas técnicos y en la generación de sinergias que impulsen el éxito de esta ambiciosa misión.
Este martes, primer día del encuentro, se celebró una sesión técnica exclusiva dedicada a resolver los desafíos de ingeniería relacionados con el desarrollo de la plataforma. Esta reunión estuvo reservada a los equipos implicados en el diseño, entre los que se encuentra el grupo del Instituto Universitario de Microgravedad “Ignacio Da Riva” de la UPM.
Será el miércoles, 1 de octubre, cuando todos los miembros del consorcio se encuentren en una sesión plenaria inicial en la que se presentará el estado actual del proyecto y los próximos hitos. Gustavo Alonso, director de ETSIAE, como anfitrión de este punto de encuentro dará la bienvenida a los asistentes, más de 250 ingenieros y científicos. Tras la bienvenida y la sesión plenaria, las actividades se llevarán a cabo en sesiones simultáneas de carácter técnico y científico, distribuidas en distintas salas.
Los días sucesivos se seguirá esta misma dinámica, con reuniones paralelas que permitirán avanzar en distintos frentes del proyecto. El cuarto día estará dedicado exclusivamente a sesiones científicas. “Esta reunión del consorcio representa un paso crucial en el desarrollo de Ariel, reforzando la colaboración internacional y el compromiso con la exploración de mundos más allá de nuestro sistema solar”, explica Javier Pérez, investigador del IDR/UPM y miembro del comité organizador de la reunión.
Contribución de la UPM
El telescopio de la misión Ariel se divide en dos unidades principales: la carga útil fría, que es en sí el telescopio propiamente dicho con los componentes ópticos y el conjunto de instrumentos, y la carga útil caliente, que se encarga de las maniobras de operación de la plataforma.
Airbus lidera el consorcio industrial europeo que está construyendo el satélite (componente principal de la carga útil caliente) y proporcionará su experiencia y apoyo a la ESA y al consorcio de la misión Ariel.
La carga útil fría está desarrollada por diferentes instituciones de carácter público, entre las que se encuentra el IDR. Los investigadores de la UPM asumen, desde hace nueve años, la responsabilidad del diseño mecánico, estructural y térmico del conjunto definido como el Telescope Assembly (TA), columna vertebral del telescopio, ya que es la estructura encargada de soportar toda la óptica, así como los instrumentos encargados de adquisición y tratamiento de datos. Esto supone un reto de diseño y cálculo para satisfacer todos los requisitos de la misión.
Para conseguir los objetivos marcados se ha realizado el diseño mecánico detallado que implica también todo el diseño del cableado del hardware térmico, el análisis estructural del modelo (incluyendo el resto de los componentes de otros equipos del consorcio) y el estudio térmico de la estructura principal. En su consecución se han desarrollado dos modelos, el modelo estructural (SM) y el modelo de ingeniería (EM), que han sido fabricados y se encuentran en la fase de preparación de ensayos para que el equipo IDR/UPM realice el análisis de resultados, comparando los modelos teóricos con los modelos de ensayos.
“El IDR/UPM continúa consolidando su papel como referente en investigación y desarrollo de tecnología aeroespacial. Su actividad científica se remonta a la década de 1970 y desde entonces ha participado en numerosos proyectos internacionales vinculados a misiones espaciales de carácter científico, aportando conocimiento, innovación y capacidades técnicas”, explican. Además, cuenta con instalaciones de última generación para la simulación y ensayo de componentes en entornos espaciales, lo que permite afrontar los desafíos tecnológicos más exigentes.
ExoClock
El viernes 3 de octubre, el encuentro del consorcio Ariel no se cerrará sin más, sino que dará paso a la reunión anual del proyecto ExoClock, que también se celebrará en la ETSIAE los días 3 y 4 de octubre.
ExoClock se consolida como una iniciativa innovadora que une a ciudadanos y profesionales en la observación de exoplanetas. Diseñado para que cualquier persona pueda contribuir activamente a una misión espacial real, ExoClock pone al alcance de observatorios profesionales y amateurs herramientas especializadas y guías educativas que permiten participar en la recopilación de datos astronómicos de gran valor científico.
Esta colaboración abierta busca responder algunas de las preguntas más fascinantes de la ciencia moderna: ¿Cómo se forman los planetas?, ¿existen otros mundos como la Tierra? ¿podrían albergar vida?, ¿existe algún otro tipo de vida en el universo?
Con ExoClock, la ciencia ciudadana se convierte en una pieza clave para el éxito de futuras misiones espaciales, demostrando que la exploración del cosmos es una tarea compartida entre instituciones, investigadores y una comunidad global cada vez más comprometida.