Madrid.- álvaro Franco, con su “Proyecto DeSoto: análisis de espectro solar en altura”, ha conseguido el Premio Especial Universidad Politécnica de Madrid al mejor trabajo de Ingeniería y Tecnología en el XXIII Certamen de Jóvenes Investigadores 2010, promovido por el Instituto de la Juventud (INJUVE).
El objetivo de esta convocatoria de premios es despertar vocaciones investigadoras entre los jóvenes de ESO, Bachillerato y FP. En esa etapa estudiantil se hallaba álvaro Franco cuando, junto con su compañero Ji Ho Yang del Colegio Retamar de Pozuelo (Madrid), se presentaron al certamen. El premio recibido le ha supuesto “una satisfacción por el reconocimiento de muchas horas de trabajo extra”, afirma el estudiante.
DeSoto consiste en la fabricación de un CanSat (satélite implementado en una lata de refresco) que tuvo su origen en la selección de su proyecto por la Agencia Espacial Europea (ESA) como representante de España para la primera competición de CanSat, celebrada en Noruega. Una vez allí, un fallo en el cohete extravío el CanSat, y fue gracias a la competición de Jóvenes Investigadores cuando retomaron su construcción.
El CanSat creado por álvaro presenta dos peculiaridades. De un lado, la gran cantidad de experimentos y mediciones que realiza (medición de presión, temperatura atmosférica, receptor GPS, acelerómetro en 3 ejes y magnetrómetro en 2 dimensiones). De otro, la inclusión de un sistema de orientación basado en volantes de inercia (que operan según la posición relativa al sol guiados por circuitos basados en fotodiodos) para enfocar un espectroscopio que realiza un análisis de la luz solar con el fin de la determinación de gases por espectros de absorción y en particular, la neblina ártica.
Actualmente, álvaro cursa estudios de Grado en Ingeniería Aeroespacial en la Universidad Politécnica de Madrid. Según explica, “nunca me planteé ser ingeniero hasta el momento en que tomé la decisión. Pero en elegir este grado, seguramente haya influido el hecho de haberme dedicado a estudiar y tratar temas en relación directa con la ciencia espacial y sus métodos”.
Pertenece así a la primera promoción de la nueva Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio (EIAE) y reconoce que eligió la UPM porque “al ser la universidad de más tradición de España en la materia la considero la más adecuada”. Con respecto a su titulación, confirma que el nivel de exigencia sigue siendo el mismo. “A veces se dice que con Bolonia ha bajado el nivel de los estudios aeronáuticos, pero no sé dónde ven ese descenso, son tan exigentes o más que otros años”, asegura.
Aunque aún es pronto para pensar en el futuro profesional, álvaro se decanta “por las áreas de innovación y el espacio”. Mientras tanto, no deja de lado los concursos y olimpiadas científicas, donde “se aprende mucho”. El próximo mes participa en el Premio Nacional Don Bosco a la Investigación e Innovación Tecnológica en Zaragoza.