Madrid.- La ministra de Fomento, Ana Pastor, que llegó al Ministerio hace más de siete meses sin un plan bajo el brazo, sigue aún sin él a pesar de sus reiteradas promesas de que en este mes que ahora concluye el Consejo de Ministros conocería y aprobaría su Plan de Infraestructuras, Transportes y Vivienda, el PITVI.
Se acaba julio y, que se sepa, ninguno de los Consejos de Ministros celebrados este mes ha abordado y -aún menos- aprobado ese plan anunciado y prometido por la ministra. La promesa, suponíamos, se refería a julio de este año 2012.
El pasado 9 de febrero, la flamante titular del Ministerio, ante la Comisión de Fomento del Congreso de los Diputados avanzaba solemnemente: “Quiero anunciarles, señorías, que el Ministerio de Fomento en el mes de julio presentará al Consejo de Ministros para su aprobación un nuevo Plan de infraestructuras, transporte y vivienda, que, basado en el examen de la situación actual y la valoración rigurosa de las necesidades de la sociedad, establecerá las prioridades y programas hasta el año 2024, con el horizonte 2024”. Y por si no había quedado claro, la ministra remachó, en respuesta a uno de los diputados que quería conocer el plan de su Ministerio: “le he dicho que en julio el Consejo de Ministros aprobará el plan, el PITVI”, tal como se recoge textualmente en el “Diario de Sesiones” de la Cámara Baja.
La comparecencia de la ministra a primeros de febrero había sido reclamada por todos los grupos parlamentarios, incluso por el propio Gobierno, según éste, “para informar sobre las líneas generales de la política de su departamento”. La reclamó el principal partido de la oposición, el grupo socialista, con el mismo fin. La pidió el grupo parlamentario de IU, ICV-EUIA, CHA: la Izquierda Plural “para explicar el programa de su ministerio para la X legislatura. La solicitó también el grupo de UPyD, “para explicar las líneas generales de la política que va a seguir su Ministerio a lo largo de la legislatura”. Y, finalmente, fue requerida por el Grupo Parlamentario Catalán (CiU), “para informar sobre las prioridades del Gobierno para la presente legislatura en materia de Fomento”.
Era, pues, evidente la avidez con que los representantes de la soberanía nacional y controladores de la acción del Gobierno esperaban y pretendían conocer el plan de la ministra, máxime cuando, como reconoció ésta en su intervención inicial en el Parlamento, los planes de sus antecesores no se habían cumplido o los acaba de anular: “Nada más llegar hemos adoptado la decisión de suspender los concursos convocados para la adjudicación de la gestión de los aeropuertos de Madrid y Barcelona. Considero que el contexto económico actual hacía absolutamente inadecuada la decisión que se iba a tomar en estos momentos para el modelo futuro de la gestión aeronáutica y aeroportuaria en España”.
Las expectativas, pues, por conocer cuál era su “modelo futuro de la gestión aeronáutica y aeroportuaria en España”, eran grandes y perfectamente explicables. Pero, además, en su inicial comparecencia, la ministra Pastor, amén de detenerse con detalle en su sorpresa por la escasa información hallada en el pen drive recibido en la ceremonia del relevo ministerial y la endeudada situación heredada en su Departamento, criticó el incumplimiento de los planes de sus antecesores: “La planificación actualmente vigente está recogida en el Plan de Infraestructuras y Transportes (PEIT), aprobado por el Gobierno en el año 2005, y en un Plan Extraordinario de Infraestructuras (PEI). Pues bien, este ejercicio de planificación se ha demostrado incumplido, tanto en buena parte de las actuaciones como en las dotaciones económicas asignadas y en el desarrollo de planes sectoriales. Este ejercicio, además, tenía que tener planes sectoriales, que los desconocemos, y su actualización en 2011 no se ha efectuado”.
“Estamos trabajando -añadió entonces la ministra- con la participación de todos los agentes implicados en un nuevo modelo de gestión aeroportuaria que permita poner en valor la organización bajo estrictos parámetros de eficiencia y viabilidad, sin perder el referente de un servicio público que dé cohesión a todos los ciudadanos. Este Ministerio va a desarrollar un modelo de gestión que en Barajas, en El Prat y en el resto de los aeropuertos garantice la calidad del servicio a los ciudadanos, la generación de riqueza y la creación de valor”.
“Estoy persuadida de que en el caso de Aena el todo vale más que las partes”, aseveró con rotundidad la ministra, que acabó la primera parte de su intervención proponiendo a todos los parlamentarios “formalizar un pacto de Estado que nos permitirá fijar las infraestructuras que van a contribuir al desarrollo económico de nuestro país, trabajar en una agenda para cada uno de los modos de transporte…todo ello con la participación de los grupos políticos, las administraciones públicas, los sectores económicos implicados y el conjunto de la sociedad civil. Sepan, señorías, que no voy a escatimar esfuerzos para conseguirlo y espero que para lograrlo”.
“La política es el arte de hacer posible lo necesario; y lo necesario es lo que precisan los ciudadanos. Por eso cuando les he hablado del PITVI lo he hecho pensando siempre en el diálogo, en la ayuda de todos, y por eso proponiéndoles la formalización de un pacto de Estado”, agregó la ministra.
Pasados más de siete meses de su nombramiento como ministra, estamos casi a medio año de distancia de aquella comparecencia comprometida y prometedora. Y transcurrida ya esa prórroga, ese trecho que va del dicho al hecho, quien criticó el incumplimiento del PEIT y del PEI por sus antecesores no ha pronunciado aún este plan es mío ni ha dado explicaciones del nonato PITVI prometido. Seguimos, pues, sin conocer los modelos de gestión aeronáutica y aeroportuaria que se propone emprender el Gobierno.
En vísperas de agosto -mes prácticamente inhábil a muchos efectos administrativos-, no hemos vuelto a tener noticias ni del pacto de Estado propuesto ni del concebido plan sietemesino, ya salido de cuentas. Terminamos, por tanto, el mes y, como dijera Cervantes en su famoso estrambote del soneto al túmulo del rey Felipe II en Sevilla, julio “fuese y no hubo nada”.