El Gobierno, en menos de un año, ha tropezado por dos veces en la misma cuestión de las tasas aeroportuarias y otras tantas veces ha tenido que rectificar. Lo hizo hace un año, después de que con la elevada subida de tarifas de Aena las compañías aéreas y la IATA pusieran el grito en el cielo. Y lo hace ahora, justo al comienzo de una larga campaña electoral.
¿Equivocación, arrepentimiento u oportunismo? Errar es humano, es cierto. Sólo el hombre -y la mujer, claro- tropiezan dos veces con la misma piedra. Hace casi un año, a propósito de la primera de estas rectificaciones del Ministerio de Fomento, escribíamos en estas mismas páginas: “rectificar no siempre es de sabios. La autocorrección no guarda una relación necesaria y directa con el talento, como se suele creer abusando de las frases hechas. Rectificar no es una propiedad exclusiva de superdotados o poseedores de un alto coeficiente intelectual. Dar marcha atrás es, sencilla y necesariamente, propio de equivocados, convencidos o arrepentidos”. Ahora podríamos añadir a esas mismas palabras: “rectificar es también propio de errados y oportunistas”.
Para el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE), oportunismo es “la actitud o conducta sociopolítica, económica, etc., que prescinde en cierta medida de los principios fundamentales, tomando en cuenta las circunstancias de tiempo y lugar. Actitud que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones”.
Aena y Fomento han defendido con uñas y dientes en los dos últimos años el alza de precios con dos argumentos principales: la necesidad de pagar las deudas de la red de aeropuertos y con el fin de igualar las tarifas de las terminales españolas con las de otros aeropuertos similares de la UE. Hace ahora dos años, la Dirección de Comunicación y Relaciones Institucionales de Aena editó un cuadernillo de 42 páginas que difundió entre los medios de comunicación con el fin de justificar las subidas de precios aeroportuarios: “Con las tarifas actuales únicamente se cubre el 63,5% de los costes totales generados por la actividad de las instalaciones aeroportuarias. Esta situación resulta insostenible desde el punto de vista de rentabilidad de empresa”, decía el argumentario oficial. Luego, “donde dije digo, digo Diego”, fuese y no hubo nada.
Ahora, “cuando ya se había llegado a un consenso con los representantes de las compañías aéreas para que la subida de las tarifas aeroportuarias fueran de un máximo de 4,5% el próximo año”, va la propia ministra de Fomento y anuncia unilateralmente la retirada de la subida impuesta y anunciada. Una decisión que para Aena supondrá dejar de ingresar 151 millones de euros, cuando tan necesitada está de pagar sus deudas, igualar las tarifas de sus aeropuertos a los de la UE e interesar al capital privado por el 60% de su propiedad.
¿A qué se debe este cambio y esta rectificación? Ni Fomento ni Aena explican esta decisión tan gravosa para la gestora aeroportuarioa y unilateral de última hora, cuando ya todo estaba acordado y consensuado con las aerolíneas. únicamente justifican que “es sostenible por dos motivos principales: por el plan de reducción de costes llevado a cabo por la compañía que ha supuesto un ahorro de 320 millones de euros en el periodo 2011-2013 y porque el tráfico está subiendo en el conjunto de la red, especialmente en los aeropuertos Adolfo Suárez Madrid-Barajas, Barcelona-El Prat y los turísticos”.
Los argumentos de los equipos de Fomento y Aena para rectificar ahora no parecen muy convincentes como para tumbar los que ellos mismos esgrimieron para subir las tasas aeroportuarias nada más llegar la actual ministra y el presidente de la empresa. Basta ver, como publicamos hoy mismo en este diario que, aun con el tímido incremento en el primer cuatrimestre del año, el tráfico de pasajeros en el aeropuerto madrileño en este periodo, dista mucho -más de 3 millones- del volumen de viajeros registrado hace exactamente tres años, cuando vieron que la “situación resultaba insostenible desde el punto de vista de rentabilidad de empresa”.
Todo parece indicar que se asume el error, uno más, y que hay un propósito de enmienda. Se trata de un reconocimiento claro y explícito, a la vista de las estadísticas de Aena de los dos últimos años, de que la subida de las tasas aeroportuarias ahuyentó a las compañías aéreas -y, por ende, a los pasajeros- más que la propia crisis económica. Y ahora se trata de recuperarlos al precio que sea, cuanto antes. Entramos ya en un proceso encadenado y sucesivo de comicios, en fase de celo electoral.
Las razones, pues, de esta repentina y urgente rectificación podrían muy bien hallarse en la oportunidad, en el momento político. Es decir, habría que interpretarla en clave electoral. La pasada semana se daba inicio a una larga campaña que tiene como primera “meta volante” las elecciones al Parlamento Europeo, preparatorias de las municipales y autonómicas del próximo año y del objetivo final que son las generales poco después.
Puede ser casualidad. Pero sorprende la coincidencia de que la ministra Ana Pastor eligiera para anunciar su rectificación y avanzar la tímida mejoría de los datos de tráfico aéreo de abril, gracias a la Semana Santa, el mismo día que se hacían públicos los datos favorables sobre el paro del Ministerio de Empleo y Seguridad Social, el reconocimiento internacional de la mejoría de la economía española, el presidente del Gobierno concedía por primera vez una larga entrevista a la Cadena Ser, el CIS adelantaba los resultados del barómetro electoral, la prensa divulgaba los escándalos de presunta corrupción del AVE a Barcelona y en las concesiones en Castilla-La Mancha, ambos durante los gobiernos anteriores, y la confirmación por la Audiencia Provincial de Sevilla de la imputación de la antigua ministra de Fomento socialista, Magdalena álvarez, entre otros acontecimientos políticos. Ah, claro. Y se daba el banderazo de salida del largo “tour” de la campaña electoral.
Francisco Javier Gil