Rocket Lab ha anunciado que en la próxima misión de la compañía intentará traer de vuelta el cohete que lance al espacio. Se trata de un paso importante para convertir a Electron en el primer vehículo de lanzamiento pequeño reutilizable de clase orbital, lo que permite lanzamientos de respuesta rápida para satélites de menor tamaño.
El lanzamiento, previsto para mayo de 2021 desde el Complejo de Lanzamiento 1 en Nueva Zelanda, supondrá la misión número 20 para la compañía y la segunda de las tres misiones de recuperación que Rocket Lab tiene previsto realizar.
La misión permitirá a Electron desplegar dos satélites de observación de la Tierra para la constelación de monitorización global de BlackSky. Mientras que la segunda etapa de Electron entrega los satélites a la órbita, la primera etapa del cohete emprenderá una serie de maniobras complejas diseñadas para permitir que la etapa sobreviva al calor extremo y las fuerzas de reentrada atmosférica en el camino de regreso a la Tierra.
A medida que el cohete alcanza velocidades de alrededor de ocho veces la velocidad del sonido en su descenso, el aire alrededor de Electron se calienta hasta 2400 °C, generando un plasma extremadamente caliente que crea un brillo rojo anaranjado alrededor de la etapa de reentrada.
Debido a que los motores Rutherford impresos en 3D de la primera etapa de Electron son los primeros en ingresar en la atmósfera, serán los más afectados por este calentamiento extremo. Para soportar las inmensas temperaturas, este Electron cuenta con un escudo térmico evolucionado diseñado para proteger los motores y dirigir la fuerza del plasma lejos del cohete.
Después de entrar en la atmósfera, Electron desplegará un paracaídas para ayudar a ralentizar el cohete y estabilizar su descenso. Una vez que Electron está a velocidades subsónicas, se despliega un paracaídas circular para ayudar a desacelerar aún más el cohete en preparación para un suave amerizaje oceánico.
Una embarcación de Rocket Lab se reunirá con el cohete en la zona de amerizaje, aproximadamente a 650 kilómetros del complejo de lanzamiento, y lo recuperará para transportarlo de regreso al complejo de producción de Rocket Lab para su inspección.
En noviembre de 2020, Rocket Lab realizó una primera misión de recuperación de un cohete, desplegando con éxito el sistema de paracaídas. Se convirtió, así, en la segunda empresa en recuperar con éxito un propulsor de clase orbital del espacio. La próxima misión está diseñada para validar los hallazgos de la primera misión de recuperación y probar los sistemas actualizados, incluido el nuevo escudo térmico avanzado.
“La reutilización es difícil para cualquier vehículo de lanzamiento, pero es un desafío particularmente complejo para los cohetes pequeños. La misión Return to Sender demostró que podíamos traer con éxito a Electron del espacio. Ahora, se trata de validar los datos de reentrada por segunda vez y comenzar a introducir los sistemas avanzados que nos permitirán lanzar, capturar y repetir”, asegura el fundador y director ejecutivo de Rocket Lab, Peter Beck.
“Electron ya es el segundo cohete estadounidense lanzado con mayor frecuencia. La reutilización nos permitirá aumentar aún más la cadencia de lanzamiento, dando a nuestros clientes acceso al espacio bajo demanda”, comenta el directivo.
Tras la finalización con éxito de las pruebas de amerizaje oceánico este año, Rocket Lab tiene la intención de pasar a la fase final del programa de recuperación: recuperación en el aire. Usando este enfoque, las etapas de Electron serán capturadas en el aire por un helicóptero.