El refuerzo de la industria militar de Europa en los últimos años ha traído consigo un aumento sostenido del gasto global en el sector aeroespacial y de defensa (A&D), que se ha convertido en una pieza clave para la seguridad nacional, el avance tecnológico y el crecimiento económico de los países. Combina conocimientos de ingeniería y capacidades de fabricación avanzadas con la creación de soluciones innovadoras para satisfacer los requisitos tanto civiles como militares. Además, afronta la necesidad urgente de cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero ¿cómo hacer frente a la nueva realidad de la industria aeroespacial y defensa?
El avance en tecnologías como la Inteligencia Artificial (IA), la computación cuántica, los gemelos digitales y la realidad virtual, englobadas dentro de la industria 4.0, está transformando profundamente las operaciones del sector. Por ejemplo, gracias a la realidad virtual y la IA, los pilotos pueden entrenar y simular como sería la conducción de un avión en pleno combate, además de emplearlas para el diseño y la fabricación de la aeronave. Del mismo modo, los gemelos digitales pueden analizar y anticipar los cambios en el mercado para garantizar, en tiempo real, los estándares de sus productos, lo que es esencial cuando hay conflictos mundiales en activo.
En la actualidad, el sector espacial ha dejado de ser un dominio exclusivo para las grandes potencias mundiales, convirtiéndose en una industria transversal que ofrece servicios a todos, gracias a tecnologías como el GPS y la conectividad global. Además, los datos obtenidos del espacio están desempeñando un papel crucial en la lucha contra el cambio climático, permitiendo una mejor monitorización y gestión de los recursos naturales.
En este contexto, la sostenibilidad va desde la fabricación de -satélites, eVTOLs, aeronaves y drones eléctricos- hasta el desarrollo de nuevos sistemas de propulsión para lanzadores espaciales. En este ámbito, la presión es cada vez mayor por adoptar prácticas que reduzcan la huella de carbono y, a su vez, ofrezcan nuevas formas de movilidad más eficientes y accesibles. Sin embargo, esta transición no está exenta de desafíos, como la creación de estaciones de carga para aeronaves eléctricas, y la implementación de sistemas que regulen y gestionen el incremento del tráfico aéreo que esto produzca.
Como consecuencia, debemos minimizar el impacto ambiental de nuestras operaciones, no solo por razones éticas, sino también para cumplir con las regulaciones gubernamentales cada vez más estrictas, y las expectativas de los inversores y el público en general.
La expansión de la industria espacial y el papel creciente de la defensa en el ámbito digital nos ofrecen un terreno fértil para innovar. Debemos fomentar la colaboración internacional y establecer estándares comunes que nos permitan compartir y utilizar datos de manera segura y efectiva, fortaleciendo así nuestra capacidad para proteger a los ciudadanos y garantizar la estabilidad global.
En definitiva, la colaboración pública y privada, y la inversión en investigación y desarrollo, ligadas a una hoja de ruta personalizada para la digitalización de cada organización, serán los elementos clave para posicionar a la industria española como referente a nivel europeo.