La misión Proba-3 de la ESA abandonó el pasado sábado Europa para dirigirse a su base de lanzamiento en la India, desde donde partirá hacia el espacio dentro de un mes exactamente. Las dos naves de la misión, que maniobrarán con precisión en la órbita terrestre de modo que una proyecte una sombra sobre la otra, partieron de las instalaciones de Redwire Space en Kruibeke (Bélgica). Las dos naves volaron al Centro Espacial Satish Dhawan, cerca de Chennai, para comenzar la campaña de lanzamiento.
Se trata de la primera misión de la ESA que se lanza desde la India desde la misión original de observación de la Tierra Proba-1 en 2001 y el proceso de transporte se vio afectado por un retraso. En un principio, la compañía de transporte aéreo no aceptó las naves espaciales porque ya tenían instaladas las baterías a bordo. Esto se solucionó retirando las baterías para enviarlas en una caja aparte.
Las dos naves espaciales Proba-3 serán lanzadas juntas por el lanzador PSLV-XL de la Organización de Investigación Espacial de la India (ISRO), que posee la potencia necesaria a un coste razonable para colocar el par combinado de 550 kilogramos en su órbita altamente elíptica (o alargada) que ascenderá a 60.000 kilómetros de la Tierra antes de descender hasta sólo 600 kilómetros.
Esta órbita alta es necesaria porque la pareja realizará su vuelo en formación activa durante un período planificado de seis horas cada vez alrededor de su altitud máxima, donde la atracción gravitacional de la Tierra disminuirá, al igual que la cantidad de propulsor necesario para afinar sus posiciones.
Liderazgo español
Una agrupación industrial de 14 Estados miembros de la ESA, incluido Canadá, contribuyó a la misión, liderada para la ESA por la empresa española Sener, con Airbus Defence and Space en España contribuyendo con las plataformas satelitales y Redwire Space en Bélgica responsable de la aviónica de la misión, las pruebas previas al lanzamiento y las operaciones posteriores al lanzamiento. GMV en España y Polonia, centrada en vuelo en formación, navegación relativa por satélite y dinámica de vuelo, además del proveedor de software Spacebel, en Bélgica, completan el equipo industrial central.
El principal instrumento de observación de la corona de Proba-3, ASPIICS (Asociación de naves espaciales para la investigación polarimétrica y de imágenes de la corona del Sol), alojado en la nave espacial Coronagraph, será supervisado por el Observatorio Real de Bélgica.
La sonda Occulter de la misión, equipada con un disco de 1,4 metros, tiene la misión de bloquear el Sol para la sonda Coronagraph durante el vuelo en formación activa. Lleva su propio instrumento en el lado que mira hacia el Sol, DARA (Radiómetro Absoluto de Davos), para medir la energía total emitida por el Sol para estudios climáticos, desarrollado por el Observatorio Meteorológico Físico PMOD, en Davos, Suiza.
Un tercer instrumento dirigido por la Universidad Católica de Lovaina, en Bélgica, el Espectrómetro de Electrones Energéticos 3D, medirá las energías predominantes de los espectros de electrones resueltos en ángulo en los cinturones de radiación que rodean la Tierra, proporcionando datos valiosos para el modelado del clima espacial.
Control belga
El control de la misión de Proba-3 se llevará a cabo desde el Centro Europeo de Educación y Seguridad Espacial ESEC de la ESA, en Redu (Bélgica), que actualmente está llevando a cabo una extensa campaña de simulación y entrenamiento previos al lanzamiento.
“Esta ambiciosa misión de la ESA se ha estado preparando durante muchos años porque pretende hacer en el espacio algo que hasta ahora había sido imposible”, explica el director de la misión de la ESA, Damien Galano.
«Una vez en órbita, los dos satélites de Proba-3 permitirán obtener imágenes sostenidas de la tenue atmósfera circundante del Sol, o corona, que anteriormente solo era visible durante unos breves momentos durante los eclipses solares terrestres. Para lograr esto, la sombra que se proyecta entre las naves espaciales debe permanecer en una posición precisa, lo que significa que deben volar de forma autónoma en formación con una precisión de un solo milímetro, aproximadamente el grosor de una uña promedio”, añadió.
“La ESA y nuestros socios industriales y académicos han trabajado mucho para llegar a este punto de preparación para el vuelo. Es un poco triste decir adiós por fin a estos satélites únicos, pero también estamos muy emocionados de estar avanzando hacia la última etapa antes del lanzamiento”, concluyó Galano.