El equipo responsable del desarrollo del X-59, el innovador avión supersónico de la Nasa, continúa avanzando en las pruebas esenciales que lo preparan para su esperado primer vuelo. Estas pruebas incluyen un conjunto de evaluaciones estructurales cruciales y revisiones técnicas que acercan al X-59 a surcar los cielos.
El X-59 es un avión experimental diseñado para volar a velocidades superiores a la del sonido, pero sin generar el característico y molesto estampido sónico. Este proyecto pionero tiene como objetivo recopilar datos acústicos que podrían allanar el camino para la futura viabilidad de vuelos supersónicos comerciales sobre tierra, como parte de la misión Quesst de la Nasa.
Debido a su diseño innovador, el equipo de ingeniería del X-59 debe anticipar minuciosamente el comportamiento del avión en vuelo, considerando cómo interactuarán el fuselaje, las alas y las superficies de control. Las pruebas en tierra resultan fundamentales, ya que proporcionan los datos necesarios para validar los modelos que los ingenieros han desarrollado.
«Las pruebas no solo nos indican cuán sólido es estructuralmente el avión, sino también qué tipo de fuerzas podrá soportar una vez esté en el aire», explica Walt Silva, investigador científico principal del Centro de Investigación Langley de la Nasa, ubicado en Hampton, Virginia, quien lidera el equipo encargado de las estructuras del X-59.
Entre 2022 y 2024, los ingenieros han recopilado datos vitales sobre las fuerzas que experimentará el X-59 en vuelo y cómo las vibraciones podrían afectar su rendimiento. Este proceso incluyó la aplicación de «agitadores» para evaluar la reacción del avión a las vibraciones y un examen exhaustivo para asegurarse de que pueda absorber las fuerzas durante el vuelo.
A principios de este año, el X-59 completó pruebas de acoplamiento estructural, en las que se movieron sus superficies de control, como alerones, aletas y timón, mediante control computarizado. Este fue el último de tres ensayos estructurales clave. Además, se instaló y aprobó la inspección del asiento eyectable del avión, un componente esencial para la seguridad del piloto en todas las fases del vuelo.
Con estas pruebas estructurales y la instalación del asiento eyectable completadas, el X-59 se prepara para encender sus motores y realizar una serie de pruebas en tierra. Aún quedan por delante la evaluación del sistema de aviónica y el cableado extenso para detectar posibles interferencias electromagnéticas, simulando las condiciones de vuelo, así como las pruebas de rodaje para validar su movilidad en tierra antes de su primer despegue.
«Los primeros vuelos siempre son momentos intensos», señala Natalie Spivey, ingeniera aeroespacial del Centro de Investigación de Vuelo Armstrong de la Nasa en Edwards, California. «Hay mucha expectación, pero estamos listos para llegar a ese punto y ver cómo responde el avión en el aire. Será muy emocionante».