El Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible y la Generalitat de Cataluña han aprobado el proyecto de ampliación del Aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat presentado por Aena, en una decisión conjunta que allana el camino para uno de los desarrollos aeroportuarios más relevantes del sur de Europa. La propuesta técnica se integrará en el Documento de Regulación Aeroportuaria (DORA 3) correspondiente al periodo 2027-2031 y representa una inversión estimada de 3.200 millones de euros.
La ampliación del aeropuerto tiene como objetivo dotar a la instalación catalana de la capacidad necesaria para consolidarse como hub intercontinental, al tiempo que se garantiza la protección del entorno natural del Delta del Llobregat, y en particular de la laguna de La Ricarda.
El eje del proyecto es la prolongación de la pista 24L-06R, también conocida como pista mar. Esta ampliación consiste en extender en 500 metros la longitud de despegue, alcanzando un total de 3.160 metros, lo que permitirá operar sin restricciones aeronaves de largo radio. Aena defiende que esta medida es compatible con la reducción del impacto acústico en las zonas residenciales cercanas y minimiza la afección sobre los espacios protegidos.
Como parte del desarrollo técnico, el incremento de la capacidad del campo de vuelo requerirá también la construcción de una nueva terminal satélite y la remodelación integral de las terminales 1 y 2, así como actuaciones asociadas en las áreas de aparcamiento. En conjunto, estas obras buscan adecuar las infraestructuras a la demanda futura y a las exigencias operativas de la aviación intercontinental.
La propuesta actual supone una reducción de 87 metros en la superficie afectada de La Ricarda respecto a versiones anteriores del plan. La laguna conservará su lámina de agua y el trazado de pista terminará antes de alcanzar el brazo que la conecta con el mar, respetando los límites naturales del ecosistema.
Equilibrio entre capacidad y sostenibilidad
Aena y las administraciones implicadas han subrayado que el diseño definitivo persigue el mínimo impacto ambiental posible, conforme a la normativa estatal y europea de seguridad aérea. El proyecto contempla también actuaciones compensatorias orientadas a reforzar los valores naturales del Delta del Llobregat. Entre las medidas previstas destacan:
– La recuperación de más de 270 hectáreas de espacios naturales, multiplicando por 10 la superficie afectada por las obras.
– La creación de un «anillo verde» en el entorno aeroportuario que compatibilice la actividad agrícola con la protección ambiental.
– La constitución de un fondo ambiental para garantizar la conservación del Delta a largo plazo.
Estas acciones se suman a las que Aena ya desarrolla actualmente en la zona, incluyendo la gestión de pinedas mediante silvicultura, el control de especies invasoras, la instalación de cajas nido para aves, el mantenimiento de canales de drenaje y la extracción controlada de agua en pozos costeros con el objetivo de prevenir la intrusión salina.
Perspectiva estratégica
El proyecto de ampliación se enmarca en la mayor ola inversora de Aena en las dos últimas décadas. Como principal operador aeroportuario del mundo por número de pasajeros, la empresa busca garantizar que su red esté preparada para absorber el crecimiento previsto del tráfico aéreo y responder a las nuevas exigencias de seguridad y eficiencia operativa.
La luz verde al plan de Barcelona-El Prat supone un paso decisivo para consolidar su posición como nodo estratégico de conexión intercontinental en el Mediterráneo occidental. El inicio de las obras quedará supeditado a la tramitación del Plan Director y al proceso de consultas con las aerolíneas dentro del marco regulador del DORA 3.
A medio plazo, la ampliación del aeropuerto catalán se perfila como una infraestructura clave para la conectividad internacional del Estado, combinando ambición técnica y compromiso medioambiental.