Investigadores de la Agencia Espacial Europea (ESA) han intentado reproducir la reentrada desintegradora en la atmósfera terrestre de una voluminosa caja de electrónica satelital utilizando un túnel de viento de plasma.
Su objetivo ha sido comprender mejor cómo se queman los satélites durante la reentrada, para minimizar el riesgo de poner en peligro a cualquier persona en tierra. La prueba, que se llevó a cabo como parte de la iniciativa Espacio Limpio de la ESA, se realizó dentro de un túnel de viento de plasma en el Centro Aeroespacial Alemán DLR, en Colonia.
La imagen que se reproduce aquí es una sección de una caja de electrónica satelital, que mide 300 x 200 x 150 milímetros de ancho; la caja de tamaño completo es demasiado grande para caber dentro del túnel de viento de plasma de 120 milímetros de diámetro. Esta sección de la caja hecha de aluminio también contenía un backplane conectado a cuatro tarjetas electrónicas hechas de plástico reforzado con fibra de vidrio.
Las pruebas investigaron el comportamiento de fragmentación de la caja, incluida la forma en que se liberaron las tarjetas electrónicas de la carcasa, para verificar las predicciones del software de simulación de reentrada. Otras partes satélites pesadas también fueron sometidas a esta prueba de ‘ablación’, incluida una unidad de rodamiento de bolas, una rueda de reacción, un motor magnético, una unidad de volante, un módulo de batería y celdas de batería.
En teoría, el hardware que vuelve a entrar en el espacio se vaporiza completamente en el curso de su inmersión en la atmósfera. En la práctica, algunas piezas pueden llegar hasta la Tierra, algunas de ellas lo suficientemente grandes como para causar daños graves.
Las regulaciones modernas sobre desechos espaciales exigen que tales incidentes no ocurran. Las reentradas incontroladas deben tener menos de una de 10.000 posibilidades de herir a alguien en el suelo.
Como parte de un esfuerzo mayor llamado CleanSat, la ESA está desarrollando tecnologías y técnicas para garantizar que los futuros satélites de órbita baja se diseñen de acuerdo con el concepto de ‘D4D’: Diseño para la muerte.