Durante los últimos tres años, el sector aéreo ha enfrentado un contexto internacional desafiante que ha llevado a una disminución de la rentabilidad en las aerolíneas. Aumento de los costes laborales, incremento del precio del combustible y reducción de los viajes de negocios han sido algunos de los factores que han impactado negativamente en la industria. Sin embargo, en el último año, el sector ha demostrado una rápida adaptación al escenario actual, lo que ha permitido cierta mejora en el rendimiento.
Para enfrentar la baja rentabilidad, las aerolíneas han optado por una estrategia de eficiencia, con la reducción de vuelos por ruta en un 11% y el aumento de la capacidad de los aviones, incorporando aviones más grandes. De esta manera, se ha logrado un incremento del 4% en el número de asientos por vuelo, permitiendo cubrir casi el mismo volumen de pasajeros por vuelo que antes de la pandemia, según un informe de Oliver Wyman.
Esta medida ha buscado paliar la escasez de personal y optimizar los costes, ya que, en momentos de alta demanda, los aviones más grandes resultan más económicos. Además, se ha logrado una reducción del 5% en el tiempo de viaje, gracias a conexiones más rápidas y vuelos sin escalas en la mayoría de los aeropuertos.
Escasez de personal y puntualidad
Uno de los mayores desafíos que enfrenta el sector aéreo es la escasez de mano de obra, que se ha reflejado en todas las categorías de trabajadores relacionados con la industria. Desde pilotos hasta operarios de equipajes, personal de tierra, auxiliares de vuelo y mecánicos aeronáuticos, todos han experimentado dificultades para satisfacer la demanda.
Esta escasez de personal ha llevado a una menor puntualidad en los vuelos. En 2022, la tasa de salidas en hora, contando con los 15 minutos de cortesía, se redujo seis puntos porcentuales, situándose en un 70% frente al 76% del año 2019. A pesar de que se produjo una reducción del 19% en el volumen total de vuelos en 2022, los problemas de escasez de personal han tenido un impacto significativo en la operatividad de las aerolíneas.
Por otro lado, los viajes de negocios han experimentado una notable reducción desde 2019 debido al cambio de hábitos adoptado durante la pandemia, favoreciendo las reuniones por videoconferencia en lugar de los encuentros presenciales. En contraste, los viajes de ocio lograron resurgir en 2022, pero aún se sitúan un 30% por debajo de los niveles prepandemia.
Este cambio en los hábitos laborales representa un reto para las aerolíneas, ya que los viajes de negocios solían ser un motor fundamental para la rentabilidad de la industria. Para adaptarse a esta situación, muchas aerolíneas han buscado expandirse a mercados donde la demanda de viajes de ocio es fuerte, lo que ha reflejado un cambio en la composición de los pasajeros y ha generado un aumento del rendimiento económico para las compañías aéreas.
En conclusión, el informe de Oliver Wyman destaca que el sector aéreo ha enfrentado una serie de desafíos durante los últimos años, pero ha mostrado una capacidad de respuesta rápida y una adaptación efectiva al escenario actual. La estrategia de operar con aviones más grandes y menos vuelos por ruta ha demostrado ser una solución para mejorar la eficacia y enfrentar la escasez de personal. Aunque los viajes de negocios siguen siendo un desafío, el resurgimiento de los viajes de ocio ha contribuido a la recuperación progresiva del sector aéreo. Sin embargo, la industria continúa enfrentando desafíos en términos de puntualidad debido a la falta de personal y la complejidad en los procesos de contratación y formación.