Los astronautas de la Nasa Kate Rubins y Andre Douglas realizaron recientemente cuatro simulaciones de caminatas lunares para ayudar a la Nasa a prepararse para su misión Artemisa III, cuyo lanzamiento está previsto para septiembre de 2026 y hará que dos astronautas, aún por seleccionar, aterricen en el Polo Sur de la Luna por primera vez.
Viajar al espacio requiere una preparación inmensa, no solo para los astronautas, sino para los cientos de personas que trabajan en segundo plano. Por eso las simulaciones basadas en la Tierra son clave, ya que permiten a los diseñadores de trajes espaciales y herramientas ver sus diseños en acción. Los controladores de vuelo que supervisan los sistemas de la nave espacial y las actividades de la tripulación pueden practicar la detección temprana de señales de problemas técnicos o amenazas a la seguridad de los astronautas. Y los científicos utilizan las simulaciones para practicar la realización de observaciones geológicas desde lejos a través de las descripciones de los astronautas.
Entre el 13 y el 22 de mayo de 2024, Rubins y Douglas recorrieron con dificultad el campo volcánico de San Francisco, en el norte de Arizona, un destino geológicamente similar a la Luna, moldeado por millones de años de erupciones volcánicas. Allí, observaron el suelo y las rocas que los rodeaban y recogieron muestras. Después de las caminatas lunares, los astronautas probaron tecnología que podría usarse en las misiones Artemisa, incluida una pantalla de visualización frontal que utiliza realidad aumentada para ayudar con la navegación y balizas de iluminación que podrían ayudar a guiar a una tripulación de regreso a un módulo lunar.
Docenas de ingenieros y científicos acompañaron a Rubins y Douglas. Algunos estuvieron en el campo junto a la tripulación. Otros se unieron de forma remota desde un centro de control de misión simulado en el Centro Espacial Johnson de la Nasa en Houston, en una imitación más realista de lo que se necesita para trabajar con una tripulación que está a unas 240.000 millas de distancia en la superficie lunar.
Los científicos de la Tierra y los planetas reunidos en el centro Johnson de la Nasa siguieron las caminatas lunares a través de una transmisión de video y audio en vivo en la Sala de Evaluación Científica. Estos expertos desarrollaron planes detallados para cada caminata lunar simulada y brindaron conocimientos geológicos al control de la misión.
Todos los que estaban en la sala cumplían una función. Una persona comunicaba información entre el equipo científico y el equipo de control de vuelo. Otros supervisaban las tareas científicas de la tripulación para garantizar que los astronautas siguieran el rumbo.
Un pequeño grupo analizó imágenes de rocas, suelo y afloramientos enviados por la tripulación en Arizona. La información que obtuvieron ayudó a determinar si era necesario cambiar las tareas científicas de la tripulación para cada travesía. La decisión de actualizar o no las tareas la tomó un pequeño grupo de expertos de la Nasa y otras instituciones. Este grupo de científicos, conocido como “scrum”, representaba disciplinas como la vulcanología y la mineralogía.
Evaluaron la información que llegaba de la tripulación y los análisis del equipo científico para decidir rápidamente si debían cambiar las tareas científicas del día debido a un descubrimiento no planificado. Trabajar en la mesa de trabajo era un trabajo de mucha presión, ya que actualizar el plan para pasar más tiempo en un sitio intrigante, por ejemplo, podría significar renunciar a tiempo en otro.