París.- La ESA celebra la Semana de Herschel ofreciendo información sobre los fascinantes descubrimientos y el legado que esta misión pionera, que estudió el firmamento a longitudes de onda submilimétricas y del infrarrojo lejano entre 2009 y 2013, deja a las futuras generaciones de telescopios.
Ocho años después de su lanzamiento y a punto de acabar la fase postoperacional de la misión, la ESA celebra la maravillosa ciencia que ha proporcionado y hace balance de la herencia que nos deja.
Septiembre ha sido el mes en que Herschel ha sumado un número mayor de hitos y momentos memorables. Antes de abandonar la Tierra, en septiembre de 2005 el satélite ensamblado se sometió a las primeras pruebas de funcionamiento.
Y en septiembre de 2007 se unieron el ‘cerebro’ de la misión -el módulo de carga útil con los instrumentos y el criostato que los conservaría a la temperatura necesaria, cerca del cero absoluto- y su ‘corazón’, el módulo de servicio que mantendría la nave en funcionamiento.
Durante el mismo mes, una serie de científicos se reunieron para planificar cómo podrían sacar el máximo provecho a esta extraordinaria misión a partir del tiempo de observación disponible.
Finalmente, el satélite fue lanzado el 14 de mayo de 2009. Pocos meses después, nuevamente en septiembre, Herschel llevó a cabo las primeras observaciones científicas: un momento memorable para numerosos astrónomos de todo el mundo.
Una de las áreas en que Herschel ha contribuido de forma sustancial tiene que ver con los procesos que llevan a la formación de estrellas, estudiando un gran número de incubadoras estelares, como el complejo W3/W4/W5.
Se puede consultar más información sobre la mirada pionera que Herschel ha ofrecido de estas incubadoras de nuestra Galaxia y los enormes pasos que la misión ha permitido dar en nuestra comprensión sobre el nacimiento de las estrellas y los sistemas planetarios.
Entre muchos otros fabulosos hallazgos, el seguimiento del agua por el cosmos efectuado por Herschel ha permitido reconstruir la evolución de las galaxias a lo largo de los 14.000 millones de años de historia del Universo.