París.- Los satélites de observación terrestre en órbita han podido ofrecer a la ciencia una perspectiva única y la posibilidad de realizar mediciones precisas y regulares, asegura la Agencia Espacial Europea (ESA) con ocasión del histórico Acuerdo de París (COP21) sobre el cambio climático suscrito el pasado sábado.
Estos satélites observan cómo funciona nuestro planeta: su atmósfera, su vegetación, sus masas de hielo y agua. Hoy en día, cosas tan normales como observar la meteorología y saber cómo evoluciona el clima con una visión global no serían posibles sin la tecnología espacial.
En Europa, se han unido esfuerzos, poniendo en común las experiencias de observación de la Tierra con la flota de satélites Sentinel. Así se ha consolidado el trabajo de misiones anteriores gracias a un flujo constante y fiable de datos, dentro del marco del programa europeo Copérnico. El satélite Sentinel-3 es el más reciente y se pondrá en órbita dentro de unas semanas. Gracias a esos instrumentos, podemos observar nuestro planeta.
Jean-Nöel Thépaut, meteorólogo del "Centro Europeo de Predicciones Meteorológicas a Plazo Medio", ha dicho: "la Comisión Europea está debatiendo sobre la necesidad de otro satélite Sentinel, o de una misión adicional, para controlar las emisiones de dióxido de carbono y así asegurarse de que lo que se ha prometido y decidido durante la cumbre del clima realmente se está cumpliendo".
Por su parte, Andrew Shepherd, profesor de la Universidad de Leeds, en Reino Unido, señala: "en los últimos 10 años hemos conseguido muy buenas mediciones de las regiones polares", apunta Shepherd. Gracias a la misión CryoSat de la ESA se ha explorado prácticamente todo el casquete polar norte y también el del Polo Sur. Antes creíamos que las capas de hielo polares estaban asentadas como gigantes dormidos inmutables, hasta que pudimos observarlas con satélite. Ahora vemos que de vez en cuando cobran impulso. De hecho, hay placas en Groenlandia que se mueven a una velocidad entre 5 ó 10 veces mayor que hace 20 años. El planeta Tierra hoy es muy diferente de cómo era cuando se firmó el "Protocolo de Kioto".