Huelva.- Durante la pasada semana, las instalaciones de la Fundación Río Tinto han acogido en la cuenca minera de Huelva a un equipo científico que ha desarrollado distintas pruebas para la puesta a punto de un traje y un vehículo espaciales para misiones a la Luna y a Marte.
La expedición ha estado coordinada por el Centro de Astrobiología y el Foro Austriaco del Espacio, además de la Universidad de Innsbruck y la Agencia Espacial Europea (ESA) y ha permitido probar esta nueva tecnología en la zona de Zarandas de la Fundación Rio Tinto.
«Las similitudes entre los minerales que encontramos en este lugar de la cuenca minera del río Tinto y algunas zonas de la superficie del planeta Marte han posibilitado las pruebas científicas en este análogo marciano», explicó Felipe Gómez, investigador del Centro de Astrobiología, del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) y coordinador del proyecto europeo Europlanet que posibilita este tipo de experiencias en campo.
Por un lado, se ha probado un traje espacial que permite movilidad al usuario para trabajar y desarrollar actividad científica y, por otro, se ha experimentado un sistema médico automatizado para la monitorización de las constantes vitales de los astronautas, seguimiento médico que se hace en remoto desde la Tierra.
Cada mañana, los científicos se conectaron por satélite con un centro de control en Innsbruck (Austria), tras lo cual empezaron los experimentos: el centro de control dirigía las operaciones remotamente, como en una misión auténtica. Las primeras pruebas del astronauta se realizaron el lunes día 18 y se han llevado a cabo durante toda la semana, estando intermitentemente interrumpidas por la lluvia, elemento que no entorpecería la labor en la superficie de Marte.
Para el profesor Groemer, de la Universidad de Innsbruck, «tenemos un mineral aquí que se llama Jarosita y eso es exactamente lo que hay en Marte». Por eso, Río Tinto es el lugar ideal para probar nuevas tecnologías que algún día podrían llevar al ser humano a Marte. Las temperaturas heladas, una atmósfera que emite vapores nocivos y los riesgos de radiación son algunos de los horrores que un ser humano podría afrontar allí.