Madrid.- Un grupo de empresarios integrados en la sociedad Air City Madrid Sur presentaron la pasada semana su plan para un segundo aeropuerto de Madrid en el pueblo toledano de Casarrubios del Monte, proyecto abandonado hace seis años, cuando aún estaban vivas las esperanzas de construir uno alternativo o complementario de Barajas, en la zona madrileña de Campo Real.
El proyecto del nuevo aeropuerto comercial madrileño de carácter privado en un pueblo de la comunidad de Castilla-La Mancha, limítrofe a la madrileña, ha sido acogido con sorpresa y perplejidad por no pocos expertos en infraestructuras aeroportuarias y, en especial por técnicos de Aena, la gestora aeroportuaria estatal promotora de los aeropuertos de interés general.
Para empezar, sorprende a los técnicos consultados por este diario el intento de construir un segundo aeropuerto de Madrid en terrenos de una comunidad autónoma distinta. Y más chocante es que el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, manifieste que “lleva tiempo trabajando de mutuo acuerdo con su homólogo de la Comunidad de Madrid, ángel Garrido, para desarrollar la ampliación del aeródromo de Casarrubios del Monte (Toledo) como segundo gran aeropuerto comercial en la capital de España”, cuando un proyecto similar fue abandonado hace más de seis años y cuando, al parecer, “se sigue manteniendo la reserva de 8.500 hectáreas de terreno en la localidad madrileña de Campo Real para la construcción de un aeropuerto alternativo o complementario a Barajas”, según dicen los expertos consultados.
Por otra parte, no deja de ser chocante, según indican los técnicos, que detrás del proyecto de un aeropuerto comercial privado en Casarrubios, competidor de Barajas, de titularidad estatal, esté el ex ministro de Industria, de Asuntos Exteriores y portavoz del Gobierno de José María Aznar, Josep Piqué Camps, en la actualidad miembro independiente del Consejo de Administración de Aena.
Según lo publicado estos días, una de las tres empresas que secundan a Air City Madrid Sur en el proyecto del aeropuerto de Casarrubios es la consultora Aviation Pasiphae, SL, cuyo presidente es Piqué Camps. Uno de los miembros del Consejo de Administración de esta compañía de “prestación de servicios técnicos de consultoría a empresas del sector de la aviación e infraestructuras y movilidad, asi como la eventual toma de participación en empresas del sector aéreo en general” es Carles Martí Batera, marido de Anna Birulés, que también fuera ministra de Industria en un Gobierno de Aznar. Otro consejero de la empresa de Piqué, Martín Frank Poncet Oliver, figura igual que el anterior, en el Consejo de Administración de Air City Madrid Sur.
El ex ministro Piqué ha sido presidente fundador y consejero desde el 24 de abril de 2017 hasta el 2 de abril del presente año. Es decir, que durante varios meses el ahora consultor aeronáutico ha simultaneado la presidencia y el Consejo de Air City con el Consejo de Administración de Aena para el que fue nombrado ahora hace un año, exactamente, el 13 de octubre de 2017 y lo sigue siendo en la actualidad.
No deja tampoco de sorprender a los técnicos consultados que el actual Gobierno madrileño esté trabajado conjuntamente con el manchego, a decir de García-Page, en el proyecto de Casarrubios, ya abandonado hace seis años por su antecesora, Esperanza Aguirre, cuando era el proyecto del Aeropuerto de Suroeste en la localidad madrileña de El álamo.
Existen guardados en la Consejería madrileña correspondiente todos los estudios técnicos de viabilidad y aeronáuticos, los planes directores y de compatibilidad, de medio ambiente, etc, que, al final, no decidieron a los responsables políticos a poner en marcha el aeropuerto e iniciar la expropiación de los terrenos necesarios para la construcción de una infraestructura aeroportuaria pública regional. “¿Cómo entender ahora que se esté trabajando en el mismo sentido para un aeropuerto comercial privado que en la actualidad solo tiene la categoría de aeródromo restringido?”, se preguntan los técnicos.
Finalmente, no se entiende que la Comunidad madrileña pueda estar aún reservando 8.500 hectáreas de terreno que fueron bloqueadas en 1996 por el entonces gobierno regional madrileño de Alberto Ruiz Gallardón para actividades logísticas, es decir, señaladas como la ubicación del futuro aeropuerto de Madrid.
Ya en su época de ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente, de 1991 a 1996, en el tercer y cuarto Gobierno de Felipe González, Josep Borrell -ahora ministro de Asuntos Exteriores con Pedro Sánchez-, que tuvo que sufrir los acosos de la opinión pública y de los demás grupos parlamentarios de oposición en el Congreso de los Diputados por la saturación y el caos aeroportuario, especialmente en Barajas, encargó los estudios para una nueva infraestructura aeroportuaria.
El informe “Estudios para el nuevo aeropuerto de Madrid”, del Ministerio de Borrell, proponía en 2005 construir un aeropuerto de cinco pistas (dos de despegue, dos de aterrizaje y una reversible) ubicado a 30 kilómetros al este de la capital, que sería capaz de doblar al principal aeropuerto de la región (Barajas) con 245 movimientos a la hora. El estudio certificaba la viabilidad económica, técnica y medioambiental del plan.
Años más tarde, el 13 diciembre de 2000, el entonces ministro de Fomento del Gobierno de Aznar, Francisco álvarez Cascos, explicó en el Congreso de los Diputados por qué se había elegido Campo Real “como solución para el futuro sistema aeroportuario de Madrid a partir de la declaración de impacto ambiental formulada el 10 de abril de 1996”.
Diversos estudios “identificaron y esbozaron una serie de alternativas viables, tanto de ampliación del aeropuerto de Madrid-Barajas como de nuevas localizaciones alternativas o complementarias a Barajas, y dispusieron una base metodológica para la planificación, la evaluación y la toma de decisión. A partir de la identificación de un total de 82 posibles nuevas localizaciones en la Comunidad de Madrid y en su entorno, y mediante un proceso de selección y evaluación, se seleccionaron finalmente dos emplazamientos para el desarrollo de un nuevo aeropuerto: Campo Real y Santorcaz”, señaló álvarez Cascos. Finalmente , se optó por el primero de éstos.
“Para poder iniciar un proceso expropiatorio es necesario que exista el Plan director, de ahí que el objetivo de esta legislatura sea lograr que esté redactado, tramitado y aprobado el Plan director del futuro aeropuerto de Campo Real, porque eso permite los pasos sucesivos desde el punto de vista de las expropiaciones; empezar a actuar a través de las previsiones de la Ley de expropiación forzosa y en el campo administrativo dar paso a la elaboración de anteproyectos y solicitudes de declaración de impacto ambiental”, decía el entonces ministro hace 16 años.
Y añadió: “En ese proceso estamos, y precisamente por eso la Comunidad Autónoma de Madrid ha hecho una previsión de bloqueo del cambio de usos urbanísticos sobre un área que engloba las 4.000 ó 5.000 hectáreas que puede necesitar el aeropuerto de Campo Real, y que las amplía hasta un recinto de unas 8.000 hectáreas que pueden afectar también no sólo a la configuración de campos de vuelo y áreas terminales, sino también a los entornos que generan las necesidades de un nuevo aeropuerto”.
“El emplazamiento de Campo Real, situado al este de la ciudad de Madrid y del arco formado por la M-40 y la futura M-50, se localiza en los términos de seis municipios pertenecientes todos ellos a la Comunidad de Madrid. El aeropuerto podría tener acceso por metro mediante una vía de unos 13 kilómetros que conectase con la línea 9 en Arganda… Asimismo sería posible un acceso ferroviario desde San Fernando de Henares y podría tener un enlace con el AVE Madrid-Barcelona”, indicó el entonces ministro de Fomento.
Ahora, 18 años después y tras muchos y sesudos estudios técnicos de viabilidad, compatibilidades, planes directores y de medio ambiente, etc., la Comunidad de Madrid y la Junta de Castilla-La Mancha secundan la iniciativa de un grupo empresarial que pretende poner en marcha un segundo aeropuerto madrileño competidor de la futura ciudad aeronáutica de Barajas. ¿Tendrá este proyecto la misma suerte que El álamo o Campo Real?