Nueva York.- Las altas temperaturas pueden dificultar el despegue de algunos aviones e incrementar el riesgo de turbulencias, lo que puede ocasionar suspensiones, retrasos y encarecimiento de los vuelos, según un informe que publica el New York Times.
A mediados del pasado mes de junio, American Airlines se vio obligada a cancelar más de 40 vuelos en Phoenix. La razón fue que la temperatura máxima durante el día alcanzaba los 48 grados Celsius, hacía demasiado calor para que algunas aeronaves pequeñas pudieran despegar. Cuando el aire es muy caliente tiene una menor presión, lo cual dificulta -y algunas veces hace imposible- que los aviones puedan elevarse.
Según los investigadores, a medida que el clima mundial cambia es probable que esta situación se vuelva más frecuente y podría ocasionar que los viajes aéreos sean más caros y menos predecibles, con un mayor riesgo de lesiones para los pasajeros por el aumento de las turbulencias.
“Tendemos a ignorar la atmósfera y solo pensamos que el avión vuela a través de un espacio vacío, pero evidentemente no es así”, explicó Paul D. Williams, profesor del Departamento de Meteorología en la Universidad de Reading, Inglaterra. Williams estudia el cambio climático y su efecto en la aviación. “La atmósfera se está modificando debido al cambio climático”.
Robert Mann, presidente de la empresa de análisis de la industria aérea R. W. Mann & Company, comentó que, si bien las aerolíneas han buscado ser más eficientes, no han hecho gran cosa para prepararse para los efectos a largo plazo del cambio climático. “En un mundo donde nos ocupamos de los problemas a corto plazo, la tasa extremadamente lenta a la que se da el cambio climático no entra en sus previsiones de planeación de flotilla”, dijo.
La aviación es un importante emisor de dióxido de carbono; es responsable de cerca del 2% de las emisiones anuales ocasionadas por el hombre.
Los investigadores apenas empiezan a explorar cómo el cambio climático afecta a la aviación y la capacidad de volar de los aviones. Como hay muy pocos datos disponibles y tantos factores en juego -el diseño del avión, el tamaño y la ubicación del aeropuerto, el peso de los pasajeros y la carga, por mencionar algunos- puede ser difícil atribuir un fallo en particular al calentamiento global.
Los aeropuertos pueden experimentar los efectos de forma distinta dependiendo de sus ubicaciones. Los que están en altitudes elevadas tienen menor presión atmosférica lo que, junto a las altas temperaturas, afecta a la elevación de los aviones.
Sin embargo, otros que están al nivel del mar, como el aeropuerto LaGuardia en Nueva York, también podrían verse afectados. LaGuardia tiene una pista corta en comparación con otros aeropuertos comerciales importantes; en días particularmente calurosos, eso puede ser un problema porque las aeronaves podrían no tener suficiente distancia para alcanzar la velocidad y elevación necesaria que les permita alzar el vuelo.
“Por lo general, en los días más calurosos del verano, puede que sea necesario aligerar la carga, que incluye el cargamento o a los pasajeros”, comentó David Wilhelm, ejecutivo de envíos en Southwest Airlines. Reducir el peso permite que un avión despegue con una menor elevación.
En 2015, Radley Horton, científico investigador del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, publicó un estudio junto con un estudiante de doctorado, Ethan Coffel, sobre el efecto del calor extremo en la aviación. La conclusión fue: “podemos decir con certeza que habrá más días de peso restringido y mayores restricciones en relación con el peso”, dijo.
A medida que las temperaturas mundiales sigan elevándose, algunos de los aviones más pesados en los vuelos más largos ya no podrán despegar durante ciertas horas; aquellas en las que las temperaturas alcancen sus niveles máximos en los días de verano, explicó Horton. Así como un transatlántico tiene que esperar la marea adecuada para poder zarpar, los aviones tendrían que permanecer en tierra hasta que el aire esté lo suficientemente frío y denso para despegar a su capacidad máxima.
Horton también señaló que no volar durante algunas horas en un aeropuerto específico podría tener un efecto dominó en todas las operaciones aéreas, que además reduciría aún más los márgenes de ganancia de las aerolíneas.