Darmstadt.- Sentinel-1A, el satélite del programa europeo Copernicus de observación de la Tierra, lanzado el pasado jueves, ha entrado en la fase de chequeo y calibración de los instrumentos a bordo y se prepara para observar nuestro planeta esperando que empiece a operar, enviando imágenes, dentro de unos tres o cuatro meses.
El programa Copernicus, iniciativa de la UE y de la Agencia Espacial Europea (ESA), es un ambicioso proyecto mediante el cual Europa está dotándose de capacidad y autonomía tecnológica para la observación de la Tierra.
El objetivo de este programa es racionalizar el uso de datos procedentes de fuentes múltiples (otros satélites ya operativos, redes de monitorización terrestres, más la flota de satélites Sentinel que estará al completo en órbita, previsiblemente, en 2020), agrupando toda la información de forma que se pueda tener acceso a una visión global del “estado de salud” de la Tierra, de sus superficies y océanos, de sus selvas y de su atmósfera. Visión global que permitirá ofrecer multitud de servicios de aplicación en campos diversos: seguridad, agricultura, transporte y movilidad, ayuda humanitaria, infraestructuras y urbanismo, pesca, desarrollo sostenible, turismo y gestión de emergencias.
El Sentinel 1A está dotado de un avanzado radar de apertura sintética, capaz de captar imágenes a través de las nubes y la lluvia, de día y de noche. Este satélite garantizará la continuidad de los datos radar del satélite europeo Envisat, que dejó de funcionar después de 10 años, y ayudará, entre otras cosas, a la detección de vertidos de crudo, proporcionará datos sobre los hielos marinos y movimientos en la superficie terrestre, cambios en las aguas o en las selvas.
La industria espacial española tiene una participación destacada en el desarrollo y fabricación de los satélites Sentinel, así como también en los servicios de soporte y apoyo en tierra del programa Copernicus. Empresas como Rymsa Espacio, Crisa, Seneer, Thales Alenia Space España, Mier Comunicaciones, GMV, Alter Technology, Iberespacio, Airbus Defence and Space, Elecnor Deimos e Indra han desarrollado instrumentos, equipos y sistemas importantes para el éxito de las misiones y del programa.
El Sentinel-1ª, una vez en órbita, a 693 kilómetros de altura, osciló suavemente para estabilizarse antes de iniciar la delicada secuencia de movimientos necesaria para abrir los paneles y la antena radar. Este -de 12 metros de longitud- y los dos paneles solares -de 10 metros- se lanzaron completamente plegados, encajados en la cofia protectora del cohete Soyuz. Ambos componentes se abrieron a la vez, en una secuencia específica que duró diez horas. Se trata de una de las etapas críticas de la misión, así que se escogieeron los movimientos más seguros para la antena y los paneles. La secuencia hizo posible también que los paneles proporcionaran energía al satélite lo antes posible, de forma que éste opere de forma autónoma, según informó la ESA.
El responsable de misión de Sentinel-1, de la ESA, Ramón Torres, dijo: “Esta compleja secuencia, crucial para la misión, ha sido analizada y diseccionada una y otra vez durante la fase de diseño. El mes pasado la ensayamos y el resultado fue perfecto, pero resulta mágico ver cómo sucede realmente en el cielo. Ahora estamos expectantes ante el final de la fase de lanzamiento y órbita temprana, previsto para el domingo y la entrega del satélite para las operaciones. Es tranquilizador saber que nuestro precioso satélite está sano y salvo en las manos expertas de nuestros colegas en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales, en Alemania”.