Nueva York.- Solar Impulse, el avión impulsado por energía solar, aterrizó el pasado sábado por la noche en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York culminando así un periplo norteamericano iniciado el pasado 3 de mayo, desde San Francisco, en California.
“Quizá, si no tuviese diez cámaras apuntadas a mí, me largaría a llorar”, declaró Bertrand Piccard, uno de los dos pilotos que se han turnado durante este viaje.
El último tramo de la travesía, un vuelo de 18 horas desde Washington, tuvo su ingrediente dramático cuando se descubrió que había una rotura de dos metros y medio de largo en la tela del ala izquierda inferior. El otro piloto, André Borschberg, al mando del aparato en el último vuelo, notó un problema de balance con las alas.
“Esta última etapa fue particularmente difícil debido al dañ;o en la tela del ala”, dijo Borschberg.
“Esto nos obligó a considerar todas las posibilidades incluida la de descender sobre el Atlántico” , añ;adió. “Pero este tipo de problemas es inherente en toda empresa experimental, y no nos impidió completar la misión a través de Estados Unidos”.
“El vuelo de costa a costa en EE UU siempre ha sido un hito mítico pleno de retos para los pioneros de la aviación” , dijo Piccard. “Durante esta travesía tuvimos que hallar soluciones para muchas situaciones imprevistas, lo cual nos obligó a desarrollar destrezas y estrategias novedosas” .
La etapa final comenzó el sábado con el despegue desde el aeropuerto internacional Dulles, al oeste de Washington. La velocidad máxima que alcanza este avión es de unos 72 kilómetros por hora y los pilotos tenían por delante una jornada de 335 kilómetros.
Un consorcio de inversores europeos pusieron 115 millones de dólares durante la última década para apoyar el proyecto que procura demostrar la viabilidad de tecnologías que incluyen la generación y almacenamiento de energía tomada del Sol y el desarrollo de materiales compuestos ultralivianos.
Aunque el Solar Impulse pesa lo mismo que un automóvil pequeñ;o, la extensión de sus alas es similar a la de un jumbo B747 y los dos motores que impulsan las hélices obtienen su energía de unas 12.000 células solares cuya electricidad de almacena en baterías que pesan más de 350 kilogramos.
Una vez completado el vuelo a través de EE UU, la siguiente meta será dar la vuelta al mundo en 2015.