Los vuelos de larga distancia que partieron de los aeropuertos europeos representan la mitad de las emisiones de CO2 de 2020, a pesar de ser sólo el 6% de los vuelos, según datos de Eurocontrol.
Sin embargo, para los pasajeros y la carga urgente o de alto valor, existe poca o ninguna alternativa en tales rutas. La importancia de los vuelos de larga distancia es aún más clara cuando se mide en capacidad, en lugar de en vuelos. Por ejemplo, en cuanto a los pasajeros, este 6% de los vuelos transportan el 10% del total de asientos y más del 40% de los asientos-kilómetros (la medida habitual de la capacidad de pasajeros en la industria).
Sin embargo, el coste ambiental es importante ya que las distancias largas significan una mayor duración de los vuelos y aviones más grandes. Y no tiene nada que ver la pandemia. En 2019, el 6% de los vuelos, que eran de larga distancia, generaban el 48% del CO2, cifra muy similar a la de 2020.
Por otro lado, el 31% de los vuelos, los de menos de 500 kilómetros, producen sólo un 4% de CO2, mientras que en 2019 el 24% de los vuelos de corto recorrido generaron un 3,8% de CO2.
Este tipo de vuelos son excelentes para iniciar la electrificación con el objetivo de reducir su impacto ambiental. “Estas mejoras serán necesarias para que la aviación cumpla sus objetivos de sostenibilidad. Sin embargo, estos datos muestran que el ahorro máximo posible en distancias cortas es de alrededor del 4% del CO2 total. Aumentar el suministro de combustible de aviación sostenible para cubrir solo el 10% de las necesidades de larga distancia haría más de lo que nunca se puede hacer en distancias cortas para reducir las emisiones netas de CO2”, aseguran desde Eurocontrol.