En Niza, donde residía desde que se retiró, falleció el 3 de noviembre, pocos días antes de cumplir 81 años, Jean Pierson, un personaje crucial para entender el desarrollo de la industria aeronáutica mundial en los últimos 50 años.
Nacido en Bizerta (Túnez), se graduó en 1963 en el Instituto Superior de la Aeronáutica y el Espacio, la famosa Superaero, y comenzó a trabajar en la entonces llamada Sud-Aviation, en el área de producción. Llegó a dirigir la planta de San Martin, en los alrededores de Toulouse, de la compañía Aerospatiale y, poco después, se convirtió en director de la División de Aviones de esa misma compañía, resultado de la fusión de varias empresas aeronáuticas francesas en los años 60 y 70 del pasado siglo.
Sin embargo, fue a partir de 1985, tras ser nombrado director gerente del Consorcio Airbus, cuando se hizo notar con fuerza el carácter y la determinación de Jean Pierson. Airbus era entonces un consorcio de cuatro empresas (Aerospatiale de Francia, MBB de Alemania, British Aerospace del Reino Unido y CASA de España) bajo la forma jurídica del Groupement d’Interet Economique (GIE) en el que los paquetes de trabajo de los aviones eran encargados a las empresas accionistas, quedando el núcleo central a cargo de ciertas compras externas y de la comercialización de los aviones.
Desde el inicio de su mandato, Pierson peleó por conseguir para ese núcleo central, en el que reunió un grupo muy valioso de colaboradores, la mayoría procedente de sus empresas accionistas/suministradoras, una identidad propia, distinta de las de sus empresas matrices y darles un liderazgo claro y rotundo con el fin de alcanzar en el mercado a Boeing.
En 1985, Airbus tenía poco más del 15% del mercado mundial de reactores comerciales de más de 100 pasajeros, con dos aviones en el mercado: el A-300 y el A-310. El A-320 estaba en sus últimas etapas de desarrollo, pero no saldría al mercado hasta 1987, convirtiéndose en poco tiempo en el avión más vendido de la familia Airbus.
Como miembro del Consejo de Administración del consorcio, coincidí durante siete años con Jean Pierson y fui testigo de su apasionada defensa de una inevitable reestructuración del consorcio a algo parecido a una única empresa. Desde luego, esa defensa feroz de la autonomía del órgano central del GIE no le hizo demasiado popular entre algunos de sus jefes/accionistas.
Durante su mandato se lanzaron los desarrollos de nuevos aviones como el A-330 y el A-340 e incluso el A-380. No todos tuvieron el éxito que todos deseábamos por razones que no es este el lugar para explicar.
Lo que es cierto es que el empuje comercial de aquella Airbus sorprendió a sus competidores norteamericanos que nunca habían tomado en serio el intento, inicialmente franco-alemán, de crear una compañía aeronáutica para el mercado de los grandes aviones comerciales.
Durante el mandato de Pierson la cuota de marcado de Airbus alcanzó el 40% pero puso las bases para alcanzar ese 50% en el que está ahora, cuando solo dos compañías compiten seriamente en ese mercado.
Pierson puso todo su empeño en conquistar el mercado norteamericano y lo consiguió. En 1997 firmó un contrato de 400 aviones con US Airways. Al año siguiente dimitió y se retiró sin hacer declaraciones ni aparecer mucho en público.
Creo que no se le ha hecho justicia a su legado y resulta difícil entender por qué, particularmente en Francia. Nuestra experiencia de trabajo con él desde CASA, con mucha diferencia el más pequeño de los cuatro participantes en aquel consorcio que tanto significó financiera y tecnológicamente para nosotros, fue extremadamente positiva y le debemos estar inmensamente agradecidos.