Seis semanas después del lanzamiento de CHEOPS, el satélite para la caracterización de exoplanetas de la Agencia Espacial Europea (ESA), la cubierta del telescopio se ha abierto como parte de la fase de puesta en servicio en órbita.
Desde su lanzamiento, el 18 de diciembre de 2019, el proyecto ha progresado sin contratiempos, completando todas las operaciones y actividades de forma impecable.
La fase de lanzamiento y órbita temprana concluyó con éxito el 22 de diciembre y el instrumento se conectó por primera vez el pasado día 8 y en los últimos días de enero, una serie de comprobaciones de estado y actividades de calibración demostraron que el instrumento se comportaba según lo esperado y estaba listo para que su plano focal quedara expuesto a la luz.
Por fin, uno de los mayores momentos de la misión llegó el 29 de enero, cuando se abrió la cubierta del telescopio. Esta operación, de carácter irreversible y que ha permitido al instrumento ver el cielo por primera vez, constituyó todo un hito para el equipo del proyecto, que llevaba años trabajando para lograrlo.
“Abrir la cubierta del deflector del telescopio es una operación crítica para CHEOPS, ya que es lo que posibilita la observación de las estrellas, y estamos encantados de que todo haya salido tan bien”, apunta Nicola Rando, responsable del proyecto de la ESA.
El objetivo principal de CHEOPS es observar estrellas brillantes cercanas que ya se sabe que albergan planetas. La misión estudiará dichos planetas mientras transitan por delante de sus estrellas progenitoras y tapan parte de su luz, para así medir su tamaño con una precisión y exactitud sin precedentes.
La señal del tránsito de un exoplaneta puede ser extremadamente débil, especialmente en el caso de los planetas más pequeños. Medir cada señal con la precisión necesaria para estudiar las propiedades del planeta constituye un reto que solo se puede afrontar desde el espacio y exige que tanto el instrumento como el satélite sean muy estables.
Uno de los elementos clave de la misión es el deflector de 95 centímetros de longitud que protege el telescopio de CHEOPS de la luz parásita y que minimiza la contaminación lumínica procedente de fuentes indeseadas, como la luz reflejada por nuestro propio planeta. La cubierta, que puede compararse con la tapa de la lente de una cámara, cubría la parte frontal del deflector y protegió el instrumento científico del polvo y las fuentes de luz brillante (como la del Sol) durante las pruebas, el lanzamiento y las primeras fases de puesta en servicio en órbita.
La apertura en órbita de la cubierta del deflector era un procedimiento clave para la misión y fue vigilado de cerca por miembros del equipo de puesta en servicio en órbita desde el centro de operaciones de la misión en Torrejón de Ardoz.
El mecanismo de apertura estaba formado por un perno de sujeción de titanio, rodeado por un cilindro de aleación con memoria de forma. El calentamiento del cilindro hizo que se elongara y rompiera el perno, lo que a su vez permitió que una bisagra a resorte abriera la cubierta y el telescopio quedara expuesto. La cubierta del telescopio ahora se encuentra fijada permanentemente en la posición de apertura por un gancho sujeto a un trinquete.
“Se sabe que el mecanismo de apertura es muy fiable, ya que se ha probado a conciencia en tierra y ha volado en anteriores misiones espaciales, pero de todas formas fue un momento de mucho nerviosismo y, ahora que el telescopio ha abierto el ojo al universo, todos estamos emocionados”, reconoce Francesco Ratti, ingeniero del instrumento de CHEOPS de la ESA.
Ejecutar este procedimiento crítico era un paso fundamental en el camino para llegar a las observaciones rutinarias de CHEOPS. Durante las próximas semanas, el equipo de puesta en servicio en órbita probará el detector del instrumento y sus prestaciones para asegurarse de que funciona según lo diseñado y según lo necesario para detectar tránsitos exoplanetarios y abordar las ambiciosas cuestiones científicas de la misión.