En las instalaciones que la empresa de formación aeronáutica Cithe (de Aviation Group) posee en Madrid, se custodian numerosos «tesoros aeronáuticos» para las prácticas y estudio del alumnado. Entre las aeronaves destaca un ejemplar del avión Mooney 20 J (EC IIN), una de las escasas unidades con matrícula española.
El origen de la firma aeronáutica Mooney se remonta al año 1948 y su nombre se debe a su creador Al W. Mooney que antes de la Segunda Guerra Mundial fue diseñador de la fábrica Monocoupé. Su primer producto como Mooney aircraft fue el monoplaza M 18, un singular monoplano que fue precursor del modelo que nos ocupa, el Mooney M20 J.
La saga Mooney nace en 1953 que es el año en que vuela el primer prototipo y actualmente continúa en producción con el Mooney T Acclaim. Lógicamente, desde entonces se han fabricado distintas versiones para adoptar las mejoras técnicas de cada momento. En los primeros tiempos, el avión presentaba una construcción mixta a base de tubo de acero y chapa metálica junto a madera contrachapada hasta que en 1961 se construye todo en metal. En este periodo es cuando la firma Mooney entra en liza con los tres grandes fabricantes: Piper, Cessna y Beechcraft.
Se trata de un monoplano de ala baja con capacidad para cuatro personas, incluyendo el piloto. Se caracteriza por su original diseño de la deriva (inclinada hacia adelante) que le diferencia claramente del resto de sus competidores. Propulsado por un motor de pistón Lycoming de 200 HP, goza de un tren triciclo accionado eléctricamente, frenos de disco hidráulicos, amortiguadores de goma, flaps de utilización manual, así como de doble mando.
El Mooney 20 J, que es el ejemplar que posee Cithe, fue una versión de gran difusión entre los aviones de turismo. Esta versión recibió mejoras aerodinámicas preferentemente en el parabrisas y planos que elevaron notablemente sus prestaciones sin necesidad de añadir potencia al motor. Tanto fue así que a la hora de aterrizar en pistas cortas había que ajustar bien la velocidad, ya que tendía a «flotar» sobre la pista y alargar la toma. De hecho en vuelo nivelado llegaba alcanzar los 323 kilómetros por hora. Por sus características y bajo coste operacional sirvió como avión de entrenamiento para pilotos comerciales.
Un hecho muy destacable para la saga Mooney está relacionado con Robin Miller, enfermera y aviadora australiana de 27 años conocida como “Sugar Bird Lady”. Robin distribuyó en 1967 por todas las regiones de Australia, un país con más de 7.741 millones de kilómetros, la vacuna contra la poliomielitis cuando la enfermedad se desataba por el inmenso territorio, recogiendo a los enfermos más graves, mientras distribuía caramelos a los niños, de ahí lo de «dulce mujer pájaro».
Robin Miller estaba calificada como una extraordinaria piloto capaz de volar con la meteorología más adversa y aterrizar en pistas impracticables. Falleció prematuramente a la edad de 35 años víctima del cáncer. Actualmente, su avión Mooney se conserva como monumento en el Aeropuerto de Jandakot cerca de la ciudad de Perth.
El Mooney en España
El primer Mooney llegó a España en 1963. Habrían de seguirle poco después otras dos unidades con destino a la escuela barcelonesa Tadair. Un dato curioso es que fueron entregados en vuelo desde San Antonio de Tejas hasta Sabadell vía Maine y Azores.
El avión que ahora posee Cithe, fabricado en 1979, fue importado desde Estados Unidos (N20IXJ) a Europa y adquirido por Marc Edward Irvin un inglés que vivía en Brighton, al sur de Inglaterra. Sin embargo, por estas fechas el avión estuvo basado en Zurich donde residía su pareja sentimental. Fueron múltiples los viajes realizados entre estas localidades y para salvar con seguridad los Alpes, el Mooney de Cithe estuvo provisto de oxígeno con el fin de superar las cotas de altitud requeridas en la zona.
En septiembre de 2002 fue adquirido por el español Virgilio Izquierdo, un entusiasta de la aeronáutica que lo voló, al principio con la matrícula americana, y al mes siguiente con la definitiva EC-IIN. Acumuló desde 2003 hasta el 2008 más de 450 horas a sus mandos. Fueron un sinfín de rutas las realizadas por él: Islas Canarias, Malta, Lampedusa, Melilla, Baleares, Portugal…
Según comenta Izquierdo, “el Mooney era un excelente aparato. Volé desde Cuatro Vientos hasta prácticamente todos los aeropuertos de España y algunos del extranjero. En muchos de los viajes me acompañó mi fiel mascota Lucas, un pastor belga que, con su correaje bien ajustado en las plazas posteriores, disfrutaba más que yo de los vuelos. Sólo tuve una incidencia a sus mandos. Un día al sobrevolar el Montseny catalán sufrí un desplome debido a las turbulencias, situación que resolví con tranquilidad. El Mooney –prosigue Izquierdo- fue un avión noble en todo momento con el que disfruté mucho. Ahora me alegra que sirva para seguir enseñando aeronáutica a los futuros profesionales”.
Dentro de la empresa de formación madrileña, el Mooney EC-IIN ha permitido hacer prácticas para la obtención de la Licencia B1.2 “avión con motor de pistón”. Asimismo, se está utilizando para enseñanzas de procesos de mantenimiento como los sistemas de combustible, eléctrico, neumático, ignición, calaje de las magnetos.
Como curiosidad, decir que los planos del Mooney están unidos por una viga y no se pueden separar para trasladar el avión. Así que para introducirlo en la segunda planta de la nave del Centro de Orovilla fue necesario cortarlos y una vez en su lugar de destino se reconstruyeron mediante una unión remachada. Evidentemente, el Mooney no levantará más ya el vuelo; pero su estructura y equipos cumplen y cumplirán una importante labor docente entre el alumnado de Cithe.