Permítanme hacer una sugerencia ante la ausencia de información sobre una pérdida de un muy importante actor de la industria aeroespacial española. La pasada semana, muy cerca de cumplir los 84 años, falleció en su casa de Madrid Enrique de Guzmán y Ozámiz, que tuvo entre sus responsabilidades las Presidencias de CASA e Iberia, así como la Subsecretaría de Aviación Civil durante los Gobiernos de Adolfo Suárez.
Enrique de Guzmán era ingeniero aeronáutico por la ETSIA, primero de su clase en la primera promoción de la Escuela, recién transformada en civil a partir de la Academia Militar de Ingenieros Aeronáuticos.
Trabajó en Talleres Aeronáuticos de Barajas (TABSA) y posteriormente en el fabricante de motores Perkins, ya como director general. Precisamente en Perkins conoció a Marcelino Camacho, fundador del CCOO y entonces presidente de lo que se llamaba el Jurado de Empresa, y con el que Enrique mantuvo siempre unas magníficas relaciones personales, a pesar de sus diferencias ideológicas.
Siendo director general de Hispano Aviación a finales de la década de los 60 del pasado siglo, tuvo un papel protagonista en la consolidación de la industria aeronáutica española, cuando, siguiendo las recomendaciones de un panel de expertos, se tomó la decisión de fusionar cuatro empresas, de las que tres pertenecían al Instituto Nacional de Industria (la propia Hispano Aviación, la Empresa Nacional de Motores de Aviación y la Empresa Nacional de Hélices para Aeronaves) con Construcciones Aeronáuticas, S.A. (CASA), de capital mayoritariamente privado pero donde el INI tenía una importante participación.
La nueva empresa adoptó el nombre de la más importante de las fusionadas CASA ya con participación mayoritaria del INI, pero con presencia en su capital social tanto de la empresa alemana MBB como de Northrop Corporation.
Enrique de Guzmán fue el director general y principal ejecutivo de la nueva empresa que acababa de sacar al mercado su legendario C-212 Aviocar.
Puede asegurarse sin temor a equivocarse que Guzmán es el creador de la CASA de proyección internacional, dándole la vuelta a la empresa local más propia de la autarquía, que se había convertido, tras el acceso del Ejército del Aire a los aviones de fabricación norteamericana y francesa, en un taller de mantenimiento y un fabricante de piezas de aluminio para la industria automovilística o ferroviaria.
Aprovechando los programas de compensación por la compra por Iberia (también entonces empresa del INI) o el Ministerio del Aire , de Guzmán logró enviar a los principales fabricantes de aviones (Boeing, sobre todo, pero también Doudlas Aircraft, Northrop o MBB) a jóvenes ingenieros recién salidos de la Escuela, que se formaron en las mejores prácticas del sector y que, a su vuelta a España, marcaron el devenir de la empresa como una pieza a tener en cuenta en el panorama europeo y mundial.
Posteriormente sería nombrado presidente de Renfe, ya en plena transición política tras la muerte de Franco. Ese nombramiento no le duró mucho porque el nuevo Ministro del ramo le convirtió en Subsecretario de Aviación Civil.
Su breve paso (poco más de un mes) por la Presidencia de Renfe fue motivo para que de Guzmán (que siempre tuvo un muy agudo sentido del humor repitiera que estuvo más tiempo posando para el retrato al óleo que le hicieron como antiguo Presidente que ejerciendo como tal. En el Palacio de Fernán Núñez en Madrid, que era la sede social de la empresa, se podía no hace mucho ver ese magnífico retrato, objeto de las propias bromas que Enrique de Guzmán hacía sobre sí mismo.
Fue Subsecretario de Aviación Civil y, posteriormente, nombrado presidente de Iberia LAE. Un grave accidente cardíaco le obligó a presentar la dimisión de su cargo.
Volvió a CASA, esta vez como Presidente donde permaneció hasta su dimisión en 1984. En esos años estableció unas fuertes relaciones industriales y comerciales con Indonesia, desarrollando conjuntamente el CN-235.
El Ministro de Tecnología indonesio, Dr. Rudi Habibie, que, más tarde se convirtió en Presidente de la República Indonesia fue su interlocutor y amigo.
Siguió colaborando tanto con CASA como con la empresa indonesia que entonces se llamaba IPTN.
Quienes le conocimos y trabajamos con él admiramos tanto su gran inteligencia como su capacidad de liderazgo. Lo que devino CASA, antes de su fusión con otras empresas europeas para crear lo que hoy es el Airbus Group, le debe mucho al trabajo y visión de Enrique de Guzmán.
Javier Alvarez Vara
Ingeniero Aeronáutico