La Nasa y la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) han dado un paso clave en la investigación de la meteorología espacial con el lanzamiento de tres misiones destinadas a comprender cómo la actividad solar afecta tanto a la Tierra como al resto del sistema solar.
El despegue se produjo desde el Complejo de Lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy de la Nasa, en Florida, a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX. En su interior viajaban la Sonda de Cartografía y Aceleración Interestelar (IMAP, por sus siglas en inglés) y el Observatorio Carruthers de la Geocorona, ambos desarrollados por la Nasa, junto con la nave de Seguimiento de la Meteorología Espacial en el Punto de Lagrange 1 (SWFO-L1), operada por la NOAA.
El administrador interino de la Nasa, Sean Duffy, destacó que este lanzamiento supone un avance esencial para mejorar la preparación del país ante fenómenos solares extremos que pueden comprometer la seguridad de satélites, astronautas y misiones interplanetarias y aseguró que “esta información será fundamental a medida que nos preparamos para futuras misiones a la Luna y Marte, con la intención de mantener a Estados Unidos a la vanguardia en el espacio”, afirmó Duffy.
Las tres misiones trabajarán de manera complementaria para proteger tanto a la tecnología terrestre como a los sistemas espaciales frente a las condiciones más severas del entorno solar.
Prioridad científica y exploratoria
Nicola Fox, administradora asociada de la Dirección de Misiones Científicas de la Nasa, subrayó que estos proyectos forman parte del plan “know-before-you-go” (“infórmate antes de ir”), destinado a garantizar que las futuras misiones humanas hacia la Luna y Marte dispongan del conocimiento necesario para operar con seguridad en entornos espaciales complejos:
“Nuestros descubrimientos científicos e innovaciones técnicas se incorporan directamente a nuestro plan de acción para garantizar una presencia humana bien preparada, segura y continua en otros mundos”, señaló Fox.
Las misiones se centrarán en estudiar la meteorología espacial y el viento solar, un flujo constante de partículas emitidas por el Sol que influye en la magnetosfera terrestre, las comunicaciones, los sistemas eléctricos y las tecnologías de navegación.
Cada una de las tres misiones desplegadas tiene objetivos científicos concretos:
– IMAP (Interstellar Mapping and Acceleration Probe): cartografiará los límites de la heliosfera, la burbuja protectora formada por el viento solar que resguarda al sistema solar de los rayos cósmicos galácticos. También tomará muestras del viento solar y analizará las partículas energéticas que interactúan en el borde del sistema solar.
“IMAP nos ayudará a comprender mejor cómo el entorno espacial puede perjudicarnos a nosotros y a nuestras tecnologías”, explicó David McComas, investigador principal de la misión en la Universidad de Princeton.
– Observatorio Carruthers de la Geocorona: se centrará en estudiar la exosfera, la capa más externa de la atmósfera terrestre, a través del brillo ultravioleta conocido como geocorona. Esta misión ofrecerá datos inéditos sobre cómo la exosfera responde a las tormentas solares y a los cambios estacionales.
“La misión Carruthers nos mostrará cómo funciona la exosfera y nos ayudará a mejorar nuestra capacidad para predecir los efectos de la actividad solar aquí en la Tierra”, destacó Lara Waldrop, investigadora principal en la Universidad de Illinois.
– SWFO-L1 (Space Weather Follow-On – Lagrange 1): será el primer observatorio de la NOAA diseñado para vigilar la actividad solar de forma continua, 24 horas al día, 7 días a la semana, desde el punto de Lagrange 1, a 1,6 millones de kilómetros de la Tierra.
“Las observaciones en tiempo real de SWFO-L1 proporcionarán datos fiables para emitir alertas tempranas y proteger infraestructuras críticas y la seguridad nacional”, indicó Richard Ullman, subdirector de la Oficina de Observaciones de la Meteorología Espacial de la NOAA.
Coordinación internacional y desarrollo tecnológico
Las misiones cuentan con la colaboración de numerosas instituciones académicas y tecnológicas. La IMAP está dirigida por la Universidad de Princeton con la participación de 27 instituciones internacionales y será operada por el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins. La misión Carruthers es responsabilidad de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign y cuenta con la ejecución técnica del Laboratorio de Ciencias Espaciales de la Universidad de California, Berkeley, junto con BAE Systems, que construyó la nave espacial. Por su parte, SWFO-L1 es gestionada por la NOAA con el apoyo del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA y socios comerciales, asegurando una cooperación público-privada en la vigilancia del clima espacial.
Las tres naves espaciales ya han enviado señales confirmando su correcto funcionamiento tras separarse del cohete Falcon 9. En los próximos meses, se desplazarán hasta el punto de Lagrange 1, donde se espera que lleguen en enero.
Una vez allí, completarán la fase de calibración y validación de instrumentos antes de comenzar sus operaciones científicas. El objetivo final es proporcionar datos continuos y de alta calidad para reforzar la seguridad de infraestructuras críticas y futuras misiones espaciales en un entorno solar cada vez más comprendido, pero también más exigente.
Con este lanzamiento, la Nasa y la NOAA consolidan su papel en la protección frente a los riesgos de la meteorología espacial, combinando exploración científica, innovación tecnológica y apoyo directo a la seguridad de la sociedad y las operaciones espaciales.