Nuevo México.- El pasado viernes fue inaugurada la pista del primer aeropuerto espacial que construye en Nuevo México (EE UU) el presidente y fundador de Virgin, Richard Branson, bajo el espectacular diseño del británico Norman Foster.
La inauguración de la primera pista aeroespacial de la Virgin Galactic, en el desierto de Nuevo México, cerca de Las Cruces, con 3,2 kilómetros de largo y 60 metros de ancho, representa «una piedra miliar en el camino hacia la construcción del primer aeropuerto destinado al vuelo espacial comercial en el mundo», según su promotor.
La empresa, la primera en promover este tipo de misión, recaudó 45 millones de dólares de más de 340 personas -entre ellas-doce españoles- que, desde 2005, reservan su puesto para un vuelo al espacio en estos aviones particulares de apenas seis plazas.
La tarifa es de alrededor de 200 mil dólares y el primer vuelo está previsto para dentro de 18 meses. El objetivo final de Branson es crear verdaderos hoteles en la atmósfera desde donde sea posible organizar recorridos turísticos por la Luna.
El primer aeropuerto espacial privado ha sido bautizado como Spaceport y está siendo construido en pleno desierto con un presupuesto de unos 140 millones de euros. Desde aquí despegarán los vuelos suborbitales de la compañía Virgin Galactic con los que comenzará la nueva era del turismo espacial. Las obras no finalizarán hasta 2011. Su primera pista fue inaugurada Richard Branson y el gobernador de Nuevo México, Bill Richardson. La nave espacial ‘SpaceShipTwo’, que llevará a los turistas al espacio, realizó un vuelo de demostración durante la ceremonia.
El pasado día 10 de octubre, la ‘SpaceShipTwo’, con capacidad para seis pasajeros y dos pilotos, logró por primera vez volar y aterrizar sin ayuda de su nave nodriza, la ‘WhiteKnightTwo’. Apenas fueron 11 minutos sobre el desierto de Mojave (California) a unos 13.700 metros de altura, pero se trató de un gran avance en el programa de pruebas.
El vuelo suborbital de Virgin Galactic durará alrededor de dos horas y media. Los pasajeros alcanzarán una altitud máxima de 110 kilómetros, desde la que disfrutarán de unas preciosas vistas de la Tierra y cinco minutos de ingravidez.