El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas ha establecido una nueva referencia medioambiental para los principales centros europeos, logrando una notable reducción porcentual de dos dígitos en las emisiones de CO2 por asiento-kilómetro disponible (ASK) en los últimos cinco años, según el informe de la empresa de análisis de aviación Cirium.
Este logro sin precedentes, impulsado por un cambio estratégico hacia aviones de última generación, pone de manifiesto el papel fundamental del aeropuerto madrileño en el camino de la industria de la aviación hacia la sostenibilidad.
El análisis realizado por Cirium muestra un CO2 estimado por ASK en promedio de poco menos de 73 gramos para los vuelos que salieron de Madrid durante el primer trimestre de 2024, que fue un 10,2% más bajo que el período prepandémico comparable en 2019. Esto fue aproximadamente el doble de la mejora promedio lograda por los 20 aeropuertos más grandes de Europa.
Un factor clave en la reducción de Barajas fue la eliminación completa de los cuadriciclos de fuselaje ancho Airbus A340-600, que en el primer trimestre de 2019 habían sido responsables de algo más de 290.000 toneladas de emisiones de CO2 a través de casi 1.000 vuelos de salida. Mientras tanto, los servicios que utilizan gemelos de fuselaje ancho de última generación, como el A350-900 y el Boeing 787-9, aumentaron drásticamente, pasando de un total combinado de alrededor de 1.200 para el período de tres meses de hace cinco años a cerca de 4.000 en el primer trimestre de 2024.
En cuanto a los aviones de pasillo único, hubo menos de 700 salidas de A320neo en 2019, pero más de 4.000 en el trimestre más reciente. Los A321neo y 737 Max 8, por su parte, estaban completamente ausentes hace cinco años, pero registraron más de 3.200 y 1.000 salidas, respectivamente, en el primer trimestre de este año.
Los datos muestran el impacto que los regímenes de tasas aeroportuarias que fomentan el uso de aviones de última tecnología podrían tener en el rendimiento global de las emisiones, tanto si se miden en salidas de vuelos completos como en ciclos de aterrizaje y despegue (LTO), que sólo tienen en cuenta las emisiones por debajo de los 3.000 pies y durante el rodaje.