En la competición deportiva, cuando en el tiempo reglamentario de una prueba o en el tanteo previamente establecido no se dilucida un vencedor, es necesaria una prolongación del juego mediante puntos, llamada “tie-break” o “muerte súbita” -como es en el caso del tenis- o por alargamiento del horario, a través del lanzamiento de penalties o del gol de oro, como en el fútbol. Es la prórroga, un período suplementario que se añade al tiempo establecido en el que no se han resuelto cumplidamente los deberes.
El Partido Popular accedió al Gobierno, por fin, después de un largo plazo de expectativas de éxito descontado prácticamente por todos. Pero, en lo que respecta al transporte aéreo -como en otras instituciones-, el PP llegó poco menos que embarcado en un “low cost”, ligero de equipaje y de equipo, de planificación, de modelo, de decisiones que muchos entendían urgentes e inmediatas, con un fuerte aroma a improvisación e imprevisión, como si la responsabilidad de la aviación civil le hubiera sobrevenido por sorpresa y pillado desprevenido. De ahí su estupor al llegar el servicio de habitaciones y levantar las alfombras y encontrarse con “el muerto”. Luego vino el asombro, los duelos y quebrantos por la “envenenada herencia” recibida.
La ministra de Fomento, Ana Pastor, ha pedido prórroga para su Ministerio. El pasado 9 de febrero, en su comparecencia ante la Comisión correspondiente del Congreso de los Diputados para explicar la política de su Departamento, pidió tiempo -hasta julio, dijo, acumulando, por tanto, siete meses de interinidad- para llevar al Consejo de Ministros un Plan de Infraestructuras, Transportes y Vivienda -el PITVI-, con una inversión total de unos 225.000 millones y como horizonte de ejecución el año 2024. Fomento -dijo la ministra- trabaja de forma coordinada con el Ministerio de Hacienda y Administraciones Públicas en el diseño de ese plan que sustituirá a los actuales, el Plan Estratégico de Infraestructuras y Transportes (PEIT) y el Plan Estratégico de Infraestructuras (PEI).
Veinte días antes, la ministra anunció “el comienzo del diseño de un nuevo modelo aeroportuario que ponga en valor a Aena como uno de los principales operadores aeroportuarios del mundo». “El nuevo modelo pondrá en valor los valiosos activos del gestor aeroportuario, que a su juicio cuenta con uno de los personales más especializados del mundo. Los activos que son de los españoles uno tiene que ponerlos en valor, mejorarlos y hacerlos más eficientes», destacó Pastor. Un mes después, en el Senado, la ministra anunció que su Departamento está trabajando en un Plan Estratégico y un Plan de Negocio para Aena Aeropuertos y para cada uno de los aeródromos, aplicando estrictos parámetros de eficiencia, viabilidad y sostenibilidad.
Estamos, pues, en tiempo de prolongación y de prórroga. Está claro que los nuevos responsables de Fomento no traían planes ni proyectos y se han tomado un tiempo para elaborarlos. Y, sin embargo, hay mucho impaciente que estima que el sector del transporte aéreo español no puede esperar más y precisa de una cura de urgencia, si no de una cirugía de emergencia.
Como sanitaria, Ana Pastor ha examinado con rayos X y se ha encontrado un paciente en estado manifiestamente mejorable. Ha procedido inicialmente a una analítica del estado del enfermo y ha descubierto la gravedad del mismo: un Ministerio con un agujero de 40.000 millones de euros, de los que 15.000 corresponden exclusivamente a Aena. El parte médico no puede ser más alarmante: el primer operador aeroportuario del mundo en número de pasajeros y el cuarto proveedor de navegación aérea de Europa tiene las alas de barro. Aena ha triplicado su deuda desde 2004 y casi ha reducido a la mitad su valor en sólo cuatro años. Algo que muchos barruntaban y temían ya hace tiempo.
Es evidente que Ana Pastor forma parte del equipo médico habitual del presidente Rajoy. Pero todo da a entender que el día que éste configuró su Gobierno, la ahora ministra de Fomento no estaba de guardia y el Departamento adjudicado le pilló desprevenida. Pero está claro también que en este Ministerio se necesitaba un profesional facultativo serio y riguroso -tal vez, incluso, un cirujano- y la nueva ministra dará, qué duda cabe, con el diagnóstico acertado y el tratamiento y la terapia eficaces para salvar al enfermo. Aunque sea en la prórroga. Más vale tarde, pero bien, que mal o nunca.