Everett.- Con casi dos años y medio de retraso y un sobrecoste de miles de millones de dólares, el 787 Dreamliner, de Boeing, despegó por primera vez ayer a las siete y media de la tarde, hora española, y voló durante tres horas desde la factoría que el constructor aeronáutico norteamericano tiene en Paine Field, en Everett (Washington).
La operación de despegue fue presenciada por cerca de 25.000 personas, incluyendo a los empleados de Boeing, ejecutivos de aerolíneas, periodistas y público en general; y, a través de las distintas cadenas de televisión, pudo seguirse desde todos los puntos del mundo.
El vuelo de prueba duró tres horas y el avión aterrizó en el Boeing Field de Seattle. Este es el principio de una serie de pruebas necesarias para que el nuevo avión de pasajeros obtenga su certificación por la Administración Federal de Aviación.
Una vez en el aire los pilotos Mike Carriker y Randy Neville probaron diversos sistemas de control de vuelo, hidráulico, estructural, de motores y de estabilidad. El equipamiento a bordo transmitió los datos en tiempo real a un equipo de pruebas, según informó la compañía.
La nueva aeronave de Boeing es el primer avión comercial fabricado principalmente con materiales compuestos, diseñado para operar vuelos de largo alcance con una capacidad prevista de hasta 350 pasajeros. El 787 Dreamliner vuela a una velocidad equivalente a la de los aviones de fuselaje ancho más rápidos disponibles en la actualidad, y podría alcanzar los 912 Kilómetros/hora. La cabina es más confortable para los pasajeros, según el constructor, para quien también se han introducido mejoras en los sensores de turbulencias.
El 787-8 Dreamliner puede transportar entre 210 y 250 pasajeros en rutas que van de 14.200 a 15.200 kilómetros, mientras que el 787-9 Dreamliner transportará entre 250 y 290 pasajeros en rutas entre 14.800 a 15.750 kilómetros. Un tercer miembro de la familia, el 787-3 Dreamliner, podrá albergar entre 290 y 330 pasajeros en rutas más cortas entre 4.600 a 5.650 kilómetros.
El 787 Dreamliner combina las rutas de los grandes reactores con los aviones de tamaño mediano y ofrece a las aerolíneas una eficiencia inigualable en el consumo de combustible, lo que resulta en un comportamiento medioambiental excepcional. El avión utiliza un 20% menos de combustible en misiones comparables que los aviones actuales de su tamaño. El 787 Dreamliner viajará a una velocidad equivalente a la de los aviones de fuselaje ancho más rápidos disponibles en la actualidad, Mach 0.85 (912 Km. /h). Con el 787 las aerolíneas dispondrán de más ingresos por carga.
Los pasajeros también disfrutarán las mejoras un nuevo avión, qué es más cómodo y confortable y con mayores niveles de humedad.
La clave para este excepcional rendimiento es un catálogo de nuevas tecnologías desarrolladas por Boeing y sus socios tecnológicos internacionales. Boeing ha anunciado que el 50% de la estructura primaria del avión, incluyendo fuselaje y alas, del 787 estará hecha con materiales compuestos.
Boeing ha elegido los motores General Electric y Rolls-Royce para desarrollar las turbinas del nuevo avión. Se espera que los avances en la tecnología de motores contribuyan hasta un 8% en la mejora de la eficiencia del avión, lo que representa un salto de casi dos generaciones de tecnología respecto a la media del mercado.
Otra área de mejora de la eficiencia viene determinada por la forma en la que el avión es diseñado y construido. Nuevas tecnologías y procesos están siendo desarrolladas por Boeing y su cadena de suministro y permiten unos niveles de rendimiento sin precedentes en todas y cada una de las fases del programa. Por ejemplo, al fabricar un fuselaje de una sola pieza, se eliminan 1.500 planchas de aluminio y entre 40.000 y 50.000 abrazaderas.
El consejo de administración de Boeing dio luz verde para que el avión se pusiera a la venta a finales del 2003. El programa se lanzó en abril del 2004 con un pedido de All Nippon Airways. Desde entonces, 55 clientes de los seis continentes han pedido 840 aviones, valorados en 141.000 millones de dólares. El programa del 787 abrió su planta de ensamblaje final en Everett en mayo del 2007.
El programa firmó acuerdos con más de 40 de las mejores compañías del sector aeroespacial y juntas finalizaron la configuración del avión en septiembre del 2005. Boeing se ha apoyado en sus socios desde las fases más tempranas del diseño del avión; 135 centros alrededor del mundo se encuentran virtualmente conectados y once socios disponen de instalaciones de fabricación, sumando 270.000 metros cuadrados para crear las estructuras principales y poner en el mercado en próximo nuevo avión.