Washington.- Después de visitar Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno, la sonda Voyager 2, de la Nasa, ha salido de la heliosfera, la burbuja protectora de las partículas y campos magnéticos creados por el sol, y cruzado en el espacio interestelar, la materia entre las estrellas. Por segunda vez en la historia, un objeto hecho por el hombre ha alcanzado el espacio entre las estrellas.
Comparando los datos de diferentes instrumentos a bordo de la nave espacial, los científicos de la misión determinaron que la sonda cruzó el borde exterior de la heliosfera el pasado día 5 de noviembre. Este límite, llamado heliopausa, es donde el viento solar caliente y tenue se encuentra con el medio interestelar frío y denso. Su gemela, la Voyager 1, cruzó este límite en 2012, pero la Voyager 2 lleva un instrumento de trabajo que proporcionará observaciones únicas de la naturaleza de esta puerta de entrada al espacio interestelar.
Los miembros del equipo Voyager de la Nasa debatieron este lunes los hallazgos en una conferencia de prensa en la reunión de la American Geophysical Union (AGU) en Washington.
La sonda Voyager 2 fue lanzada el 20 de agosto de 1977 desde el Centro Espacial Kennedy de la Nasa en Cabo Cañaveral a bordo de un cohete Titan IIIE con el fin de aprovechar las posiciones de Júpiter y Saturno, así como la entonces reciente técnica de asistencia gravitatoria. De esta forma, una misma misión podría visitar varios planetas con el ahorro que ello suponía.
A diferencia de su hermana, la Voyager 1, la Voyager 2 adoptó una trayectoria distinta en su encuentro con Saturno, sacrificando la cercanía a Titán, pero adoptando un mayor impulso gravitacional en su viaje hacia Urano y Neptuno. La sonda alcanzó su mayor cercanía con estos planetas en los años 1986 y 1989, respectivamente.
A pesar de que muchos de sus instrumentos se encuentran fuera de servicio, aún continúa inspeccionando los alrededores del sistema solar.
Voyager 2 ahora está a un poco más de 18.000 millones de kilómetros de la Tierra. Los operadores de la misión aún pueden comunicarse con la sonda mientras entra en esta nueva fase de su viaje, pero la información, que se mueve a la velocidad de la luz, tarda aproximadamente 16,5 horas en viajar desde la nave a la Tierra. En comparación, la luz que viaja desde el Sol tarda unos ocho minutos en llegar a la Tierra.
La evidencia más convincente de la salida de la Voyager 2 de la heliosfera provino de su experimento de ciencia de plasma PLS a bordo, un instrumento que dejó de funcionar en Voyager 1 en 1980, mucho antes de que la sonda cruzara la heliopausa. Hasta hace poco, el espacio que rodeaba a la Voyager 2 estaba lleno predominantemente de plasma que salía de nuestro Sol. Esta salida, llamada viento solar, crea una burbuja, la heliosfera, que envuelve a los planetas de nuestro sistema solar. El PLS utiliza la corriente eléctrica del plasma para detectar la velocidad, densidad, temperatura, presión y flujo del viento solar. El PLS a bordo de la Voyager 2 observó un fuerte descenso en la velocidad de las partículas del viento solar el 5 de Noviembre. Desde esa fecha, el instrumento de plasma no ha observado ningún flujo de viento solar en el ambiente alrededor del Voyager 2, lo que hace que los científicos de la misión confíen en que la sonda haya salido de la heliosfera.
Además de los datos de plasma, los miembros del equipo de ciencia de Voyager han visto pruebas de otros tres instrumentos a bordo, el subsistema de rayos cósmicos, el instrumento de partículas cargadas de baja energía y el magnetómetro, que es consistente con la conclusión de que Voyager 2 ha cruzado la heliopausa. Los miembros del equipo de la Voyager tienen ganas de seguir estudiando los datos de estos otros instrumentos a bordo para obtener una imagen más clara del medio ambiente a través del cual viaja Voyager 2.
"Todavía hay mucho que aprender sobre la región del espacio interestelar inmediatamente más allá de la heliopausa", dijo Ed Stone, científico del proyecto Voyager con base en Caltech en Pasadena, California.
Juntas, las dos Voyager brindan una visión detallada de cómo nuestra heliosfera interactúa con el constante viento interestelar que fluye desde más allá. Sus observaciones complementan los datos del Explorador de límites interestelares de la Nasa, una misión que está detectando remotamente ese límite. La Nasa también está preparando una misión adicional, la próxima sonda de aceleración y mapeo interestelar (IMAP), que se lanzará en 2024, para capitalizar las observaciones de las Voyager.