Atlanta.- Este martes Delta Air Lines retirará de su flota de transporte de pasajeros el 747, tras un último vuelo comercial Seúl-Detroit. A partir de ese momento, ninguna compañía aérea estadounidense dispondrá de aviones 747 para el transporte de pasajeros, según informa AFP.
Sin embargo, las aerolíneas Lufthansa, British Airways y Korean Air Lines seguirán ofreciendo a los pasajeros la posibilidad de viajar en ese modelo de avión.
Para celebrar su despedida, Delta ofrecerá algunos vuelos a muchos de sus empleados y clientes más fieles, que compraron los billetes en una subasta en internet, dando muestra de la nostalgia de miles de apasionados de ese modelo, que ya empieza a exhibirse en algunos museos aeronáuticos.
"Es el final de una era", estima Bob van der Linden, del departamento Aire y Espacio del museo Smithsonian de Washington. "Es un aparato que hizo que viajar en avión fuera accesible al gran público. Es grande, muy confortable y tiene una escalera. La ventanilla está alejada del pasajero, hay sitio, el viajero puede encontrarse cómodo", explica Van der Linden, para quien uno de los últimos viajes a bordo de un 747 se remonta a 2010.
Conocido como la "reina de los cielos" o "Jumbo Jet", y reconocible por su "joroba" en la parte delantera del fuselaje, el 747 tiene capacidad de hasta 600 personas, según el modelo, y dispone de cuatro reactores y de un doble puente, uno de los cuales está destinado a la primera clase.
Concebido en respuesta al apogeo del transporte aéreo y para descongestionar los aeropuertos, abrió la vía a otro gigante del cielo: el Airbus A380, lanzado en 2005 pero desdeñado hasta ahora por las compañías aéreas estadounidenses.
Todo empezó a comienzos de los años 60 cuando Juan Trippe, dueño de la desaparecida aerolínea Pan Am, se dirigió a su amigo Bill Allen, entonces presidente de Boeing. "La primera idea fue tomar dos fuselajes como los del 707 (el avión comercial más grande de la época) y superponerlas, pero los ingenieros de Boeing se dieron cuenta de que no iba a funcionar porque habría sido difícil evacuar a los pasajeros del puente superior en caso de emergencia", cuenta Michael Lombardi. Entonces surgió la idea de un gran jumbo de doble pasillos, algo que se convertirá en el modelo de los futuros aviones de largo recorrido.
Seducida por la idea, la compañía Pan Am se comprometió a comprar el avión, pero Boeing tenía varios frentes abiertos: el 707, el 737, el supersónico SST -del que el grupo consiguió el contrato pero que nunca llegará a ver el día- y también trabajaba en el cohete Saturno del programa espacial Apollo.
El primer vuelo del aparato tuvo lugar en febrero de 1969, pero las entregas tardaron. "El 747 apareció entonces como un error", recuerda Michael Lombardi, pero en poco tiempo empezaron a proliferar los pedidos y el 747 se convirtió en el mayor avión de pasajeros hasta la llegada del A380.
A día de hoy se han entregado más de 1.500 aparatos y todavía hay unos 500 en servicio, según la consultora Flightglobal Ascend. Sin embargo, hoy en día estas cifras están cayendo porque su mantenimiento es muy caro.
Boeing decidió no remplazarlo por uno de igual o mayor tamaño. El 777, lanzado en 1995, es más pequeño (550 asientos como mucho), economiza carburante gracias a sus dos motores y es más fácil de llenar, garantía de rentabilidad para las compañías.
"Francamente, no vemos una gran demanda para los grandes aviones", declaró en junio Randy Tinseth, responsable de Marketing de Boeing.
La compañía seguirá, no obstante, fabricando aviones 747 para carga, operaciones militares y el presidente de EE UU. Donald Trump y sus sucesores volarán todavía una buena temporada en el célebre Air Force One, que se basa en el 747-8 y del que acaban de encargar dos unidades el ejército estadounidense.