Si en alguna ocasión es cierto que una imagen vale más que mil palabras, nunca con más acierto que el vídeo de ese hombre semidesnudo que todos hemos podido ver arrastrado por la fuerza y expulsado a golpes de un avión porque la compañía aérea necesitaba el asiento, que aquél había pagado, para ubicar en él a un tripulante para el que no había reservado plaza.
Gracias a las cámaras de los móviles de los pasajeros y las redes sociales, amplificadas por los medios informativos, todo el mundo ha podido conocer la escena ocurrida el pasado 10 de abril a bordo de un avión de la compañía norteamericana United Airlines.
A ese vídeo se han sumado otros de episodios violentos a bordo en el último mes y que también están dando la vuelta al mundo provocando una reacción internacional de indignación. Un nuevo vídeo difundía las imágenes de otro caso que ocurrió dos semanas después a bordo de un avión de la compañía también norteamericana American Airlines.
En el mismo se veía a un auxiliar de vuelo arrebatando a una pasajera el cochecito de bebé con el que viajaba, agrediéndola hasta el punto de lastimar a uno de sus niños que llevaba en brazos y, finalmente, expulsándola del avión.
La última agresión de la que hemos tenido noticia ocurrió a finales del pasado mes en el desembarque de un avión de otra compañía también norteamericana, Delta Airlines, cuando el piloto del mismo intervino a puñetazos en una riña entre pasajeros. Violencia sobre violencia.
Pero, “¿qué pasa en los aviones de las compañías norteamericanas?”, como se preguntaban algunos pasajeros testigos de uno de estos hechos. Y ¿cómo conoceríamos y condenaríamos los mismos si no hubiera sido por los espontáneos informadores amateurs que decidieron colgar en las redes sociales los vídeos que tomaron con sus móviles y poner a disposición del mundo las imágenes de las que fueron testigos? ¿Acaso son éstos los únicos hechos lamentables y aborrecibles ocurridos a bordo de tres aviones norteamericanos en un mes o hay más que no hemos conocido? ¿Es así como se solventan estos problemas en países super civilizados del primer mundo?
Las compañías afectadas han reaccionado cuando han visto las dimensiones mundiales del escándalo y el boicot social y económico hacia alguna de ellas. Se han suspendido o expulsado a los empleados protagonistas, se ha intentado reparar a las víctimas de la violencia, se han establecido nuevos protocolos y decálogos de comportamiento por parte de las aerolíneas y sus tripulaciones.
Pero ¿es que no existían antes? ¿Acaso son episodios éstos que nunca se han dado con antelación y no se está preparado para solventar los mismos? No es que el cliente siempre tenga razón, pero el trato al pasajero no puede ser agresivo, violento ni vejatorio. Si condenable es la violencia en la calle, en el hogar o de género, tampoco se puede dar la espalda a la violencia a bordo, sobre todo por la desproporción y el desequilibrio entre la compañía aérea y sus empleados y agentes y el pasajero indefenso. Menos mal que existen los móviles con cámaras de vídeo y las redes sociales. Deberán tomar cartas en el asunto las autoridades de los países, de las organizaciones internacionales como la OACI o la IATA.